Julio Anguita: Posiciones ideologizadas
La Constitución española expresa en su artículo 38 la libertad de empresa de acuerdo con las exigencias de la economía general y, en su caso, de la planificación.
Está claro que la llamada libertad de empresa tiene dos condicionantes que dependen en su diseño, orientación y dirección, en última instancia, de los poderes públicos y sus instituciones. Lo mismo se especifica con mayor claridad aún en los artículos 128 y 129 del texto constitucional.
Hace menos de un año, desde múltiples instancias ligadas a los sectores empresariales nacionales y foráneos, se demandaba en unos casos "poner entre paréntesis el mercado" o bien "refundar el capitalismo".
En aquellos momentos de zozobra e incredulidad, se demandaban salvavidas aun al precio de renunciar temporalmente a determinadas visiones de política económica; el capitalismo, en este caso.
Hoy, cuando las intervenciones de los gobiernos con dinero y avales públicos, parecen haber detenido la caída en barrena de la banca, o cuando los planes de emergencia de los poderes públicos han intentado reactivar determinados sectores productivos, se han olvidado los trenos y sollozos del inmediato pasado y se vuelve a exigir la preeminencia del mercado.
Pero es el caso que la banca ha usado los caudales públicos para invertir -en deuda emitida para salvarla- en vez de tapar agujeros, y los grupos empresariales demandan de nuevo prioridad para dinamizar el sector.
Los créditos necesarios no fluyen desde el sector bancario, y la economía se estanca, cuando no se degrada.
¿Qué hacer? ¿Cómo acabar con el cáncer del paro?
Y es justamente aquí donde los apolitizados defensores del mercado a ultranza, que no acaban de dar ninguna solución que no sea la de las vueltas de tuerca a los débiles, califican a los que usamos el texto constitucional de ideologizados.
¿Quién lo está más? ¿De qué sirve la Constitución española?
Julio Anguita, ex coordinador general de IU.