Opinión

César Vidal: Ridículo autonómico



    Hace apenas unos meses, el presidente de una de nuestras flamantes comunidades autónomas se desplazó a uno de los estados del sur de EEUU. Como alguien debía haberle asesorado con un mínimo de sentido común, no se detuvo en la capital del estado, sino que visitó alguna de las ciudades más importantes. Comprobó entonces, abrumado, que el aeropuerto en cuestión superaba al de Madrid. Manifestó entonces su deseo de construir un aeropuerto igual en la capital de su comunidad, quizá convencido de que mediante tan sencillo expediente superaría a la capital de España, meta -dicho sea de paso- de buena parte de los catetos de la Península Ibérica.

    Los hospitalarios norteamericanos -que tienen muchas virtudes, pero no suelen destacar por sus conocimientos geográficos- le ofrecieron realizar los cálculos para construir el deseado aeropuerto. Se pusieron a la tarea con entusiasmo y descubrieron que no era posible llevarla a cabo. El aeropuerto en cuestión tenía la dimensión de la isla de Manhattan y resultaba imposible encajarlo en la ciudad deseada por la sencilla razón de que el mar y la montaña lo impedían. Resignado, el presidente autonómico -cuyo nombre silencio por discreción- se vio obligado a renunciar a su sueño.

    Cuento esta historia real porque pone de manifiesto hasta el punto de locura al que ha llegado el actual sistema de las autonomías. Cada vez más distanciado de buscar servir a los ciudadanos, se ha transformado en el reducto ideal para dilapidar el dinero en ridículos delirios de grandeza. Menos mal que, a veces, la misma Naturaleza lo impide.

    César Vidal, historiador y director del programa 'La Noche' de Es.Radio.