Opinión

Editorial: Las nuevas improvisaciones de Zapatero sacuden los mercados



    Delante del pelotón de fusilamiento, el dramaturgo Pedro Muñoz Seca afirmó: "Me vais a quitar la vida, pero hay una cosa que no me podéis arrancar...". "¿El qué?", le contestaron. "El miedo que tengo en el cuerpo". El pánico respecto a España ha vuelto con fuerza a los mercados, y va a ser muy difícil que logremos desterrarlo. Ayer, la chispa saltó con una subasta de deuda pública portuguesa. Las autoridades lusas aspiraban a cubrir unos 500 millones de euros, sin embargo, tan sólo recaudaron unos 300 millones y, encima, tuvieron que abonar un sobrecoste de 40 puntos; es decir, un precio muy caro.

    Como si de fuego se tratase siguiendo la pista de la gasolina, el miedo prendió también en la bolsa española, donde el Ibex caía un 2,27 por ciento. Los principales damnificados eran las empresas del sector financiero expuestas al mercado portugués, como Mapfre, Santander, BBVA y Popular. Al mismo tiempo, el Credit Default Swap o cobertura para el caso de impago, que se utiliza para medir en tiempo real el riesgo de un país, rondó niveles de 150 puntos, cifra que empieza a tomar un cariz serio. Y la diferencia de prima con el bono alemán se colocó casi en los 90 puntos. Estos repuntes pueden representar una losa para la financiación del conjunto del país, pues si continúan con esta tendencia se trasladarán al resto de la economía en forma de primas de riesgo más elevadas que en el resto de países y, por tanto, tipos de interés más altos.

    Para colmo de males, el Gobierno cometió ayer un nuevo error, fruto de la improvisación. En su plan de estabilidad enviado a Bruselas, el Ejecutivo incluía que se aumentará el plazo que se computa para calcular la pensión de 15 a 25 años. Una medida realista demasiado buena como para ser verdad. En cuanto los sindicatos se lanzaron al ataque diciendo que no se podía ir proponiendo "ocurrencias por entregas" en una materia tan sensible como las pensiones, el Gobierno se asustó. Tardó minutos en rectificar, diciendo que, simplemente, se trataba de una "hipótesis de costes". A lo que nosotros debemos responder: ¿y por eso lo manda a Bruselas? ¿Serán también tan hipotéticas sus proyecciones de crecimiento y déficit?

    Tamaña rectificación asestó un golpe brutal a la confianza en el nuevo giro reformista que ha emprendido el Gobierno. Confirma la imagen de un Zapatero rehén de los sindicatos que nunca tendrá el coraje suficiente como para acometer un plan serio. Tan pronto como sienta cierto grado de contestación social, da la impresión de que se acongojará. No es de extrañar que el mercado nos haya puesto en el mismo saco que Grecia, y que los rumores sobre una bajada de rating corran como la pólvora. Los pocos brotes verdes que se ven sólo se encuentran en los mercados, y vamos a perderlos. De este modo se está invitando a los especuladores a cebarse con nuestra economía, tal y como sucedió a principios de los 90. Olemos a bestia herida, sobre todo después de que ayer, además, cargasen contra España dos voces muy importantes: por un lado, el comisario Almunia reconoció que tenemos problemas. Por otro, el Nobel Krugman declaró que nuestro país puede reventar la unión monetaria. Y éstos son amigos del presidente Zapatero. Ya no valen excusas. Hay que materializar lo antes posible un plan detallado de recortes y reformas. Sólo eso tranquilizará a los mercados. El presidente debe abandonar su empeño de vaciar a los sindicatos de contenido. Es hora de que desempeñe su papel y tome medidas.

    Otro epitafio se atribuye a Muñoz Seca delante de sus captores: "Vosotros no queréis incluirme en vuestro círculo de amistades". Zapatero se ha quedado sin amigos en los mercados. Debemos recobrarlos... o pagar el sobreprecio por el desconcierto.