Pilar González de Frutos: Despertares
En 1990, el Dr. Malcom Sayer (Robin Williams) conseguía despertar de su largo letargo a un enfermo que llevaba años en estado catatónico. El enfermo, Leonard Lowe (Robert De Niro), abría los ojos aturdido sin comprender qué estaba pasando, como miran los boxeadores que se mantienen de pie tras un certero golpe por una mera cuestión de resistencia, pese a que su mente hace tiempo que ya sobrevoló la lona. La película, que se llamó Despertares, me recuerda a lo que la sociedad española ha vivido este fin de semana.
De repente, lo que al menos iba bien, las pensiones, había que reformarlo; y además, como lo decían los mismos que anteayer decían lo contrario y con la misma vehemencia, el ciudadano apenas ha sabido qué pensar y su primera respuesta, por otra parte muy natural, ha sido oponerse.
Por empezar a situar esta cuestión y aportar algo de luz, comencemos por decir algunas verdades: nadie con conocimiento y sentido común se opone a la idea de que el sistema de pensiones necesita una reforma. Si no hacemos nada, hoy no pasará nada, mañana tampoco, y pasado tampoco, pero en algún momento entre 2021 y 2025 las pensiones no podrán ser las que son hoy; para que pudieran seguir siéndolo, las cotizaciones deberían casi duplicarse, hasta llegar a 1,7 veces las actuales. De lo contrario, la pensión deberá ser un 40 por ciento inferior a la actual. No reconocer esto es vivir al margen de la realidad. La demografía no entiende ni de ideologías ni de intereses. Es la que es y con ella hay que convivir. En su defensa, debemos advertir también que nunca da sustos, sino que siempre avisa con varias décadas de antelación para que la sociedad se pueda preparar a tiempo ante los nuevos escenarios.
El Gobierno está haciendo de la necesidad virtud cuando dice eso de que "podíamos haberlo dejado pasar para que lo afrontara el que estuviera en el poder dentro de una década". Bueno, pese a que no podían dejarlo pasar porque el tiempo de hacer reformas no traumáticas termina pasado mañana, bienvenido sea que se abra este debate y se repiense la realidad a la que nos enfrentamos, los compromisos sociales que tenemos, los que podemos tener y cómo vamos a pagarlos. Y esta discusión, que nos llevará un tiempo, debería estar asentada y aprobada lo antes posible, para aprovechar una implantación suave y gradual que diluya el impacto a lo largo del tiempo. No obstante, el debate ha empezado mal, pues se ha anunciado la medida sin antes haberle explicado a la sociedad los parámetros de la misma (es decir, la situación financiera a largo plazo de la Seguridad Social). Dado que el Estado del Bienestar es el principal activo de las sociedades desarrolladas, no es de recibo que se pretenda reformar sin darle a la ciudadanía los datos necesarios para comprender por qué ha de ser reformado.
Durante los dos últimos años, la industria aseguradora ha ejercido su responsabilidad social impulsando el trabajo de una Comisión de Expertos que analizara el problema del envejecimiento y planteara escenarios de reforma. Ese trabajo ya está a disposición de todos los ciudadanos en la propia web de Unespa, y en él se recoge un decálogo de actuaciones que, a juicio de esta Comisión, deberían tenerse en cuenta al menos como un elemento de ese debate que ahora se abre. Invito a todos los lectores a leerlo; yo les haré un breve resumen.
En esencia, los expertos creen que la sostenibilidad del sistema de pensiones pasa fundamentalmente por trabajar más años, por evitar que las pensiones sean un elemento de ajuste del mercado laboral y lograr que las tasas de actividad de los mayores de 50 años, que hoy son considerablemente más bajas que las de muchos de los países a los que nos queremos parecer, se eleven al menos en 10 puntos porcentuales, para lograr que los españoles, al menos, nos jubilemos a partir de los 65 años, y no dos años antes como está ocurriendo ahora. Se analizan también las reformas paramétricas, como la que ahora se está planteando de retrasar la edad de jubilación. La Comisión tiene claro que éstas no son reformas, sino ajustes, cuya aportación es insuficiente, sobre todo si se toman aislados, y no garantizan, ni de lejos, el equilibrio que se recuperaría consiguiendo que la población se jubile cuando toca, y no antes. Otro gran elemento para poner en valor es la información y la transparencia. Los ciudadanos debemos saber la verdad de cómo están nuestras pensiones, de cuánto estamos aportando, de qué expectativa tenemos de cuantía cuando nos jubilemos, y esto hay que saberlo pronto, para poder tomar decisiones e ir haciendo una hucha complementaria si así lo queremos. Con esta información, común en otros países, no habría habido Despertares porque todos seríamos relativamente conscientes del problema demográfico y la necesidad de tomar medidas. Por el contrario, y algún responsable político sigue por esa vía, los políticos han venido adoptando posturas paternalistas para evitar tener que trasladar esta realidad a los ciudadanos cuando todos sabíamos, Miguel Angel Fernández Ordoñez también, que este ajuste es inevitable.
Pilar González de Frutos, presidenta de Unespa.