Opinión

Hipoteca sobre las cuentas públicas


    elEconomista.es

    El gasto público ha superado el umbral del 50% del PIB. Y no lo ha hecho de forma excepcional, sino que es una tendencia que suma dos ejercicios consecutivos.

    Si bien la pandemia tuvo un impacto directo claro, elevando del 42% al 52,4% el peso de esta factura, lo cierto es que el porcentaje no se revirtió en 2021, cuando se mantuvo en el 50,6%. Ello pese a la recuperación y el aumento de la recaudación, que permitió cerrar el déficit de las Administraciones Públicas en el 6,76% del PIB en el pasado año, frente al 10,08% de 2020. La explicación es que los ingresos no lograron superar el 43,7% del PIB. Esta divergencia pone de manifiesto la dificultad de avanzar de manera sostenida en la reducción del desequilibrio público. Así, el Banco de España estima que el déficit estructural -aquel que hace referencia a los gastos fundamentales y permanentes que tiene que abordar una economía- está en el 4% del PIB y no prevé que se sitúe por debajo del 3% hasta dentro de dos años. El hecho de que España no haya sido capaz de recuperar el superávit de sus cuentas desde que lo perdió en 2007, añade dudas sobre decisiones como volver a ligar las pensiones al IPC, que parecen avanzar en dirección contraria al ajuste comprometido con Bruselas.

    El gasto público supera el 50% y pone en cuestión la capacidad de mantener el ritmo de reducción del  déficit público

    Pero en el escenario actual, lastrado por la inflación, la energía y las consecuencias de la guerra en Ucrania, la situación es todavía más incierta. La negativa del Gobierno a tomar medidas para acelerar la reducción de este exceso de gasto público se traduce en un elevado endeudamiento y coloca a España en una situación muy vulnerable ante la próxima subida de tipos por parte del BCE. La falta de reformas hipoteca la economía y las cuentas públicas.