Se habla de la 'huelga de juguete' de Garzón, del conseller aburrido y de los portazos a Arrimadas
El Tsunami
Garzón 'pisa callos' con su huelga de juguetes
Lo que le faltaba al Gobierno era una "huelga de juguete". Empeñados en quitar hierro a la cada vez mayor tensión social este final de año, lo que ha obligado a hacer cesiones a los sindicatos en materia de pensiones y SMI, la última ocurrencia de Alberto Garzón, ha sorprendido a propios y ajenos. A los primeros, porque aunque lo de luchar contra la publicidad sexista les parece bien, pero que la convoque Consumo pasando sobre el Ministerio competente, que es el de Igualdad de Irene Montero, ya no tanto. No es la primera vez y algunos hablan ya de mansplaining en toda regla. Y a los ajenos, porque más baratos que los 80.000 euros que se ha gastado el Gobierno en marketing –dicen que iba para 100.000 pero no les ha llegado el dinero– hubiera sido llamar a las empresas jugueteras. Y así, de paso, el sector hubiera podido trasladarle la difícil situación que atraviesa ante la inflación y los cuellos de botella. "Piensan más en muñequitos que en los empleos", se quejan desde el sector juguetero.
Aragonés 'aburre' a su 'conseller' de Sanidad
Que el consejero de Sanidad de la comunidad más castigada por la sexta ola de la pandemia vaya diciendo que su trabajo "es muy aburrido" y que planea dejarlo ha provocado más que estupor en la Generalitat de Cataluña. Se comenta que los verdaderos motivos del hastío de Josep Maria Argimon tienen más bien que ver con la poca sintonía con el nuevo Govern de Pere Aragonés seis meses después de acceder a un cargo al que venía avalado por Laura Borrás, de Junts. Un crédito, por cierto, erosionado tras bastantes errores y críticas a su gestión, a las que afirmaciones como las que va filtrando sólo le están dándo la puntilla política.
Arrimadas, en cuestión tras el portazo del PP
La enésima oferta de Inés Arrimadas al PP para construir una coalición electoral, ahora en Andalucía, y el portazo como respuesta de Génova, ha terminado de colmar la paciencia de muchos de sus propios diputados que ven que su líder no hace más que seguir la estrategia de Pablo Casado para "fagocitarles". La mayoría aboga por mantenerse como partido bisagra de centro y dejar de ofrecerse al PP como socios en lugar de Vox en comunidades en las que al final se ha acabado necesitando a los de Santiago Abascal para gobernar. Aseguran que eso es lo que les llevó de 57 a 10 escaños entre las dos elecciones de 2019. "A estas alturas Inés debería haber escarmentado de Albert Rivera", se oye en el partido naranja.