Mover un transatlántico con la agilidad de una lancha
Jordi Damià
El mundo de los operadores es un mercado de fortísima competitividad y de grandes oportunidades donde hace poco podíamos leer dos noticias de signo contrario. Por un lado veíamos cómo el operador MasMóvil, una empresa de apenas 12 años desde su fundación, pasaba a cotizar en el Ibex 35 con un valor de capitalización de 3.000 millones aproximadamente y siendo líder absoluto en 2019 en portabilidad de líneas; y por otro lado, la noticia de cómo Telefónica intenta vender su negocio de Latinoamérica y por el que un grupo de inversores colombianos quiere pagar unos 10.000 millones, operación que Telefónica quiere llevar a cabo para obtener liquidez y centrarse en los mercados europeos.
Independientemente del tamaño y de las infraestructuras a mantener, mucho mayores que las de MasMóvil, es evidente que Telefónica debe adaptarse, entre otras cosas, porque su modelo organizativo y de gestión está en clara desventaja frente a competidores mucho más agiles en su gestión interna, lo que les permite orientar todos sus recursos a ofrecer servicios de valor añadido y diferencial al cliente (tipo MasMóvil). Por otro lado, también existen amenazas reales de operadores asiáticos y americanos que, siendo mayores en tamaño, tienen un modelo de gestión mucho más orientado al cliente y mucho más eficaz.
Las grandes corporaciones deben ser más ágiles para ganar en competitividad
Así pues parece que empresas como Telefónica, El Corte Inglés, Iberia, Repsol, Endesa, etc., deben conseguir lo que hasta hace pocos años, en entornos de gestores tradicionales, se decía que era un imposible: mover un transatlántico con la agilidad de una lancha.
Se está demostrando que no solo es posible sino necesario que las grandes compañías adapten cuanto antes su forma de gestionar para poder competir, por debajo, con empresas mucho más rápidas y darle al cliente exactamente lo que quiere consiguiendo excelentes márgenes, y por encima, con empresas mucho más grandes cuyos modelos de gestión altamente estructurados y orientados a los objetivos son igualmente muy ágiles, pero con una capacidad de inversión mucho mayor.
El secreto está en definir un modelo de gestión mucho más efectivo, más orientado al cliente donde las decisiones se tomen rápido y se ejecuten aún más rápido, y donde las personas, que son la clave de la implementación de la estrategia, estén absolutamente comprometidas con el resultado. En definitiva, en creer de verdad en la dirección estratégica científica como el mejor método para conseguir los resultados. Vamos, ni más ni menos que lo que están llevando a cabo empresas gigantes como Amazon, GE o Google.