Opinión
Volver a viajar feliz
Rosario Avilés
Una de las cosas que hacen penoso viajar en avión es el paso por los aeropuertos. Desde 2001, después de los ataques terroristas a las Torres Gemelas de Nueva York, el famoso 9/11, los viajes no volvieron a ser lo mismo.
Hoy en día es bastante fastidioso pasar por las áreas de supervisión de seguridad (antes de las salas de última espera) y estar sujetos al arbitrio de empleados que muchas veces no saben lo que buscan, pero invariablemente actúan como si de ellos dependiera la estabilidad del sistema.
Si a ello le agregamos le crecimiento del tráfico aéreo, lo que hace que los aeropuertos se saturen o la llegada a países que revisarán la calidad migratoria de cada pasajero, nuestra experiencia en tierra será bastante desagradable. Ya en vuelo, también estamos sujetos a otras contingencias, como la turbulencia, el clima extremo o la saturación de las áreas de control, que a veces provocan demoras o cancelaciones.
Para todo esto la única forma de aliviar la presión y de volver a hacer del aeropuerto un lugar amable, es el desarrollo de tecnologías que permitan que los sistemas hagan en unos cuantos minutos lo que a las personas nos toma mucho tiempo y siempre con el riesgo de equivocarnos. No es que la tecnología no se equivoque, pero es verdad que lo hace con menos frecuencia.
Cuando se viaja en avión, los pilotos deben considerar muchos factores para hacer del vuelo una buena experiencia, para ellos y sus pasajeros. Con un mal clima, más frecuente cada vez, las cosas se pueden complicar por la entrada en zonas de turbulencia que a veces puede ser muy peligrosa. Y existe, incluso, un fenómeno que se llama "turbulencia en aire claro" que implica que, aunque visualmente y en los instrumentos no se percibe ningún fenómeno, de pronto se entra en una zona de turbulencia y a veces ésta es la más alarmante porque nadie se prepara.
Los avances tecnológicos resolverán muchos de los problemas de los viajeros
La propia Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA) se comprometió hace un par de años a trabajar en la identificación de estos fenómenos y hoy en día ya existe una plataforma que permite la comunicación con aeronaves para determinar las zonas de turbulencia no predecibles, al estilo de las aplicaciones en tierra tipo Waze que funcionan con la gestión de datos de varios automóviles, para buscar las rutas más rápidas en las ciudades congestionadas.
Dicho sea de paso, estos nuevos sistemas y los nuevos satélites que están proliferando alrededor del mundo, impedirán que en el futuro se vuelva a presentar un fenómeno como la desaparición del avión Boeing 777 de Malayisian Airlines, el vuelo MH370 cuyo destino final sigue siendo un misterio.
Pero en la vida cotidiana lo más complicado es gestionar la salida y llegada de pasajeros, con su respectivo equipaje, a los aeropuertos. Por eso es que paulatinamente vemos la entrada en operación de máquinas que nos auxilian en hacer la documentación directamente e incluso podemos tener el celular (o móvil) el pase de abordar, a través del código QR e ingresar a las áreas de supervisión de seguridad sin necesidad de utilizar papel. Esta forma de volar está ganando la confianza de los viajeros, así como las máquinas de documentación del equipaje, que permiten al pasajero imprimir las etiquetas y llevar directamente las maletas a la banda transportadora.
Pero la estrella de este show es la tecnología de identificación biométrica, ya que permitirá a los pasajeros del futuro viajar prácticamente sin papeles y sin las larguísimas y fastidiosas filas para pasar los controles migratorios. Este podría ser el verdadero parteaguas de las fronteras y se calcula que para el 2025 al menos el 65 por ciento de los viajeros aéreos en el mundo podrán ser fichados con estas tecnologías, pues serán pasajeros frecuentes cuyo rostro será inmediatamente identificado para evitarle molestias.
La unión de las blockchain (cadenas de bloques de procesos) con el IoT (internet de las cosas, es decir, la comunicación entre dispositivos electrónicos) permitirá que la información se almacene, se transmita y se confirme en segundos sin la intervención humana.
Esto no sólo servirá para gestionar los datos de los pasajeros, sino también, por ejemplo, para predecir demoras o cancelaciones por cambios climáticos, por problemas de mantenimiento de una aeronave o hasta por vencimientos de jornada de los tripulantes. Además, los viajeros podremos recibir estas alertas directamente en los dispositivos personales, horas antes de salir hacia el aeropuerto. Y esperemos que todo esto nos permita que la experiencia de viaje empiece con buenos augurios, es decir, otra vez feliz.