La disposición de Banco Sabadell a estudiar su unión con Bankia evidencia que vuelve a abrirse, a escala europea, un proceso de fusiones semejante al vivido desde 2009. Con todo, la raíz de ambos fenómenos es dispar. En la crisis, la consolidación estuvo guiada por la necesidad de saneamiento y reducción de costes. Esa tarea, aunque no totalmente cerrada, se halla muy avanzada en países como España. Ahora es el estancamiento de la rentabilidad lo que guía el afán de ganar tamaño. Se trata de un proceso más complejo, para el que los bancos carecen de ayudas externas, una vez que el BCE volvió a retrasar las alzas de tipos. En consecuencia, cabe esperar que esta nueva etapa de fusiones bancarias sea más larga y reestructure de modo aún más hondo el sector financiero.