El empresario catalán hace meses que se ha puesto la coraza. Trabaja e intenta obviar lo que ocurre en la arena política. Durante los últimos tres años, el Ejecutivo de Pasqual Maragall ha creado situaciones que, en vez de favorecer la actividad de las empresas, lo que han hecho ha sido entorpecerla. Lo más visible son los boicoteos a los productos catalanes, pero los empresarios también han sufrido en dos campos mucho menos conocidos. Primero, la obligación de catalanizar sus empresas, tarea en la que ha puesto mucho empeño ERC, y, segundo, cumplir con la normativa medioambiental y de seguridad, áreas controladas por IC-V. Por eso, la encuesta que publica hoy elEconomista deja claro que los empresarios no quieren ni oír hablar de un nuevo gobierno tripartito. Ocho de cada diez consideran la gestión del tripartito regular, mala o muy mala y le acusan de que durante los últimos años la economía catalana haya ido peor que la española en su conjunto. Sin embargo, los empresarios catalanes han dimitido como contrapoder. Al inicio de la campaña, la patronal Fomento del Trabajo Nacional presentó un cuestionario con 25 preguntas destinadas a los candidatos, pero no ha hecho públicas las respuestas. Su objetivo es que el día a día de las empresas esté cada vez menos influenciado por la política, como lleva décadas ocurriendo en Italia. De ahí que la apuesta del empresariado catalán en las próximas elecciones sea la denominada sociovergencia, una alianza PSC-CiU que les daría estabilidad para desarrollar sus negocios y, de paso, dejaría fuera las reclamaciones medioambientales de IC-V y la deriva nacionalista que encarna ERC, un elemento que casi la mitad de los encuestados considera perjudicial para el libre desarrollo de su actividad económica.