La opa lanzada por la multinacional eléctrica germana E.ON sobre la española Endesa y las maniobras del Gobierno español para impedir su entrada han despertado un interrogante entre los empresarios españoles: si se frena a los alemanes en España, otros gobiernos podrían poner trabas a las empresas españolas cuando salen fuera. El ejemplo más reciente es el de la empresa española Ferrovial. La compañía de la familia Del Pino formuló el viernes pasado su oferta de 12.648 millones de euros para comprar BAA, empresa que gestiona los aeropuertos británicos de Heathrow, Gatwick y Stansted. El presidente de BAA, Mike Clasper, se muestra, en una entrevista rocogida hoy en elEconomista, sorprendido por la oferta presentada por Ferrovial, porque no se la esperaban. Sin embargo, considera esta oferta con naturalidad, ya que "el mercado británico es totalmente abierto", dice. Lejos de encogerse, Clasper asegura que es "un desafío" y una situación "fascinante", que brindará la oportunidad de "plantar firmemente nuestras ambiciones en las mentes de los accionistas". La similitud de la situación de la empresa británica BAA y la española Endesa es sorprendente. Aunque pertenezcan a ámbitos distintos, ambas actúan en sectores de los denominados estratégicos por los Estados, y anteriormente pertenecieron al Gobierno. BAA fue privatizada en 1987 y durante muchos años estuvo protegida por la acción de oro del Ejecutivo británico. Jamás se ha oído un reproche por parte de Downing Street sobre la propuesta de compra de la empresa española, ni un síntoma de resquemor a que sus aeropuertos sean gestionados por una firma extranjera. BAA confía en su competitividad y no en que el Gobierno la defienda. Un paradigma del que se debería tomar nota.