Durante los próximos diez años seguirá siendo más rentable comprar un coche diésel que uno eléctrico. Debido a ello los expertos estiman que en 2030 el 46 por ciento de los vehículos seguirá utilizando dicho combustible. Las previsiones avalan la cautelosa hoja de ruta que Europa propone para impulsar la transición a los vehículos limpios. No podía ser de otra manera ante la importancia de la industria del motor. Es cierto que el futuro se encamina hacia un transporte menos contaminante. Pero carece de sentido acelerar el proceso sin que bajen los costes para el usuario. Además debe darse tiempo a la industria para adaptarse al cambio. Todo ello demuestra que el diésel aún tiene un largo camino por recorrer, lo que va en beneficio de las factorías españolas.