El presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, insta al nuevo Gobierno a que siga reduciendo la participación del Frob en la entidad, hasta que su privatización se complete. Su llamamiento es acertado. Es cierto que los estrechos plazos que el Estado marcó para culminar ese proceso (de modo que esté terminado en 2019) socavan el valor de la acción. Existe así el riesgo de que la venta se haga a precios excesivamente bajos, que no compensen el rescate público del que Bankia se benefició. Sin embargo, la respuesta adecuada radica en dilatar los plazos de la privatización, no en paralizarla. El Gobierno debe recordar las lecciones del pasado sobre la banca pública y evitar que Bankia sea usada para reconstruir una institución tan anacrónica e ineficiente.