T iene una base manufacturera sólida en tecnología punta y muchas pequeñas empresas líderes en el mundo. Sus empleados y directivos trabajan en armonía, con destrezas de primer nivel, los bancos prestan a largo plazo y presenta un excedente comercial inmenso. A lo largo de los años, muchos analistas se han fijado en la economía alemana y se han preguntado por qué la británica, estadounidense, española o cualquier otra no se puede parecer más a ella. Ha sido un modelo de prosperidad y crecimiento sostenible y firmemente arraigado. Ningún modelo económico ha exhibido un aspecto tan fuerte. Hasta ahora, claro. Y es que hay un dato que pocas personas han observado: Alemania se parece cada vez más al Reino Unido o a Estados Unidos. En vez de que el mundo copie a Alemania, como tantas veces se ha pedido, el país se asemeja cada vez más al resto. ¿No le convence? Veamos algunos datos. Puede ver el cambio drástico principalmente en el mercado laboral. Alemania se ha convertido, junto con Gran Bretaña, en el país de Europa capaz de crear empleo a escala masiva y mientras tanto el paro ha caído a mínimos históricos. Con solo el 3,6 por ciento, se encuentra en su punto más bajo en 27 años. Sin embargo, si escarbamos entre las cifras observamos algo interesante. Según los cálculos de High Frequency Economics, en los doce últimos meses Alemania creó 754.670 nuevos empleos pero el paro descendió solo en 188.000. Es una tendencia muy similar a la de Gran Bretaña en la última década. ¿La explicación? La economía está creando muchos empleos pero casi todos van a parar a inmigrantes relativamente poco formados. Desde luego, la mayoría de los alemanes que quieren trabajo lo consiguen pero la economía genera sobre todo empleo para nuevos inmigrantes. Algunos proceden del millón de refugiados que Angela Merkel dejó entrar en el país en 2015, pero muchos más son europeos del Este, atraídos por unos salarios más altos, o italianos y griegos que no encuentran empleo en casa. Se puede ver en otros sitios. Alemania ha experimentado un rápido ascenso del trabajo a tiempo parcial. Según Pantheon Macroeconomics, los empleos a media jornada ya representan casi el 30 por ciento del total en el país, frente a una cuarta parte antes de la crisis de 2008. El gran crecimiento ha surgido en las finanzas y el ocio. Mucho empleo a media jornada en bares y restaurantes… ¿Le recuerda a algo? Ah, sí, parece Reino Unido. Mientras tanto, las ventas al por menor empiezan a despegar. Han crecido más del 3 por ciento anual el año pasado, mientras los sueldos están relativamente estancados. La renta media ha subido menos del 2 por ciento. Es decir, la gente se está gastando dinero que no tiene. También suena familiar. Hasta los precios de la vivienda se han disparado. La vivienda ha subido un 25 por ciento en los dos últimos años, aunque en dos grandes ciudades como Berlín y Múnich se ha vivido una aceleración todavía más rápida de los precios. Años de tipos de interés casi cero y mucho préstamo fácil de la flexibilización cuantitativa del Banco Central Europa han terminado de convencer a un país de inquilinos de que la especulación inmobiliaria no es tan mala al fin y al cabo. Por supuesto, hay diferencias importantes entre Alemania y Gran Bretaña y Estados Unidos. La primera no ha dejado de presentar un excedente comercial masivo y en aumento. El gobierno cuadra los libros cada año. La deuda de los hogares ha caído durante casi toda la última década, del 63 por ciento del PIB al 54 por ciento el año pasado. Según los estándares anglosajones, sigue siendo una moderación asombrosa. Pero lo importante es que la economía alemana está en pleno cambio y podría acelerarse en los próximos años. Ya ha empezado a dejarse llevar por una mezcla muy anglosajona de inmigración en aumento, gasto minorista y rápido aumento de los precios de la vivienda. La Alemania de artesanos expertos y aprendices fabricando herramientas mecánicas para la exportación es cada vez más un mito. No es difícil entender por qué está sucediendo. El diseño del euro, con un tipo de cambio demasiado bajo para Alemania y demasiado alto para los demás, ha significado siempre que grandes cantidades de inmigrantes acabarían mudándose al país con empleo. Dos billones de flexibilización cuantitativa tenían que crear una burbuja de activos en algún lado y, siendo la economía más grande, Alemania estaba destinada a alojar la especulación más feroz. Al mismo tiempo, casi todas las economías desarrolladas han girado hacia el empleo parcial en el sector servicios. No había motivos para creer que Alemania estaría exenta de lo mismo. No tiene nada de malo necesariamente que la economía alemana cambie. Un modelo de servicios más orientado hacia el consumidor será con mucha probabilidad más sólido de cara a los años 2020 que otro centrado principalmente en la manufactura. Los inversores pueden esperar que los activos alemanes rindan bien. En el sector inmobiliario ya lo hacen y eso se desborda hacia el índice de referencia Dax también. Con 13.500, está alcanzando records históricos y casi duplica su máximo del año 2000 (al contrario que el Ftse, que apenas acaba de pasar ese nivel). Pero hay una trampa. Como descubrimos en el Reino Unido, la combinación de salarios reales estáticos, menos seguridad laboral y niveles altos de inmigración puede volverse políticamente tóxica. La libertad de movimiento dentro de la UE es perfecta siempre y cuando muy pocas personas se aprovechen de ella y asuman sobre todo empleos profesionales. Cuando los números crecen a millones, la toxicidad no se hace esperar. Los precios de la vivienda en aumento también abren una brecha creciente entre los ricos en activos y los pobres inquilinos. Más tarde o más temprano, habrá un contragolpe. Ya lo hemos empezado a notar en el creciente apoyo al partido populista Alternativa por Alemania. La economía alemana rendirá bien con casi total seguridad en la década de 2020 pero dejará de ser tan alemana. Y la política nacional será mucho más volátil en consecuencia.