El sector financiero ha sido pionero en el uso intensivo de las tecnologías de la información como forma de obtener una ventaja competitiva. Los nuevos e importantes cambios tecnológicos que estamos experimentando en los últimos años, plantean nuevos e importante retos que el sector deberá afrontar. Estos cambios están provocando una transformación sustancial en la forma en la que las entidades financieras se relacionan con sus clientes, lo que les está obligando a reorientar sus estrategias de canales y servicios digitales y, lo que es más importante, la forma de trabajar de la organización en su conjunto. En paralelo a esta transformación de las entidades tradicionales, surge un nuevo elemento de disrupción en el sector financiero, las Fintech. En este sentido, el fenómeno fintech está actuando como dinamizador del proceso de digitalización de las entidades financieras y de la sociedad en su conjunto. De las más de 15.000 empresas fintech existentes en todo el mundo (con EEUU y Reino Unido a la cabeza) más de 300 forman parte ya del sector en España, situándose en el sexto país por número de fintech. Estas nuevas startups financiero-tecnológicas emplean a más de 3.500 trabajadores y facturan más de 100 millones de euros en España. Aunque la mayoría de ellas, alrededor del 79 por ciento, se encuentra en una fase inicial o de crecimiento, empiezan a jugar ya un papel relevante como impulsoras de la innovación en el país y en el sector financiero en particular. Así, las fintech, con su enfoque nativo customer centric han impulsado un nuevo rumbo en el sector financiero: la innovación al servicio del cliente. La digitalización y este enfoque customer centric están, por tanto, embebidos en su ADN, ya que son compañías que nacen para atender una necesidad de los clientes que no está debidamente satisfecha, y lo hacen además, por medios digitales. Son compañías ágiles y con costes contenidos, lo que les permite trasladar una oferta a sus clientes a precios muy competitivos. Por su parte, la banca tradicional, si bien es consciente de la importancia de la digitalización y que un enfoque customer centric es la única estrategia rentable a largo plazo, mantienen todavía muchos procesos, estructuras organizativas y sistemas de información que les restan agilidad y competitividad en costes. Sin embargo, la banca tradicional también cuenta con grandes ventajas competitivas, como son su amplia base de clientes, que a pesar de la crisis financiera, mantiene un elevado grado de confianza en el sector. Asimismo, la banca dispone de una capacidad financiera y de inversión muy elevada respecto a las fintech. En su origen, el fenómeno fintech se consideraba que podía ser competencia para la banca tradicional, sin embargo, en los últimos años esta percepción ha ido evolucionando, tanto por parte de la banca como de las propias fintech. Según estudios realizados por el Observatorio de la digitalización financiera Funcas-KPMG, tanto las fintech (un 75 por ciento), como la banca tradicional (un 80 por ciento) consideran que su colaboración es la mejor vía para generar beneficios para ambas partes y para el consumidor final. Además, esta alianza banca-fintech contribuirá a que ambas partes fortalezcan su posición ante los que se considera que serán los auténticos competidores del sector financiero: los gigantes tecnológicos. Los GAFA (Google, Facebook, Amazon y Apple) y los asiáticos BAT (Baidu, Alibaba y Tencent) están ya poco a poco empezando a ofrecer servicios financieros a sus clientes. La gran amenaza que suponen, se basa fundamentalmente, en su gran volumen de clientes-usuarios, sus enormes recursos financieros y tecnológicos, y la innovación que son capaces de desarrollar, adquirir e integrar. Otro aspecto que no hay que dejar de lado es de la regulación, que se había considerado tradicionalmente como una barrera de entrada en el sector financiero. Sin embargo, la irrupción de las fintech, ocupando un espacio "no regulado", ha cambiado dicho paradigma, convirtiendo lo que era una barrera en una ventaja para los nuevos jugadores. Por ello, desde hace tiempo se reclama desde el sector una regulación específica para este tipo de compañías. Los reguladores no son ajenos a esta realidad y en algunos países como en Reino Unido, ya se ha desarrollado una primera regulación para el sector. En España, el Gobierno y la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) trabajan en normas legales e iniciativas que adapten la legislación vigente a esa nueva realidad. El gran reto para el regulador supondrá mantener el equilibrio y la neutralidad entre las entidades financieras tradicionales y las nuevas startups, al tiempo que se promueva la innovación, se preserve la estabilidad financiera y se proteja al cliente.