Òmnium y ANC volvieron a demostrar ayer el papel protagonista que asumen en la agitación callejera (lo que llaman "acción directa") en pro de la deriva independentista. Ambas asociaciones llamaron a retirar masivamente efectivo de cajeros automáticos. La iniciativa no tuvo éxito, pero su fracaso no quita importancia al acto que Òmnium y ANC instigaron. Su boicot se dirigía contra los cinco grandes bancos, pero es evidente que, sobre todo, es una respuesta a la decisión de CaixaBank y Sabadell de sacar sus sedes fiscales y sociales de Cataluña. Se trata, por tanto, de un ataque inaceptable a una libertad fundamental en una economía moderna, como es la que habilita a toda empresa a tomar las decisiones que estime necesarias para proteger a sus clientes y accionistas.