La apuesta de la primera ministra británica, Theresa May, por un adelanto electoral que la reforzara fracasó. Perdió la mayoría absoluta legada por David Cameron, tras retroceder 12 escaños respecto a 2015 y ni siquiera fue capaz de contener a un líder laborista tan cuestionado como Jeremy Corbyn, quien logró 29 asientos más para su partido. Es cierto que los tories seguirán gobernando, gracias a los unionistas norirlandeses, pero también lo es que la posición de May se ve seriamente minada y, con ella, su defensa a ultranza de una ruptura radical con la UE. A poco más de una semana para iniciar la negociación con Bruselas, Londres debe reconocer que sus fuerzas se han debilitado, por lo que tendrá que suavizar exigencias y buscar pactos con sus todavía socios.