La junta de accionistas de Popular agravó la sangría bursátil que sufre en los últimos 15 días. Medio mes bastó para que el banco pierda un tercio de su valor. Un castigo tan severo estrecha de forma contundente el margen de acción que el presidente Emilio Saracho tiene para realizar los planes que anunció. Como admitió, una nueva ampliación de capital debe estar precedida de la venta de más activos, para recuperar credibilidad. Pero esas desinversiones llevan un tiempo, que el deterioro bursátil apura a ritmo vertiginoso, mientras persisten múltiples incertidumbres que penalizan los títulos. En este contexto, es factible que la caída de la acción atraiga a otro banco y una fusión sea la opción más viable, incluso para una entidad tan celosa de su independencia como Popular.