E ste artículo se debería haber titulado algo así como: Kicillof, YPF y Repsol, haciendo referencia al que fue ministro de Economía argentino desde noviembre de 2013 a diciembre de 2015, durante el mandato de Cristina Kirchner. Según múltiples informaciones, Kicillof accedió al poder gracias a su pertenencia a la organización extremista La Cámpora y a su cercanía con Máximo Kirchner, hijo de la presidenta argentina. Ideas extremas que había acumulado en la Universidad con otra insigne miembro de esa organización, Cecilia Nahón, que, sin ninguna experiencia diplomática, llegó a ostentar el cargo de embajadora de Argentina en EEUU. Ambos habían creado y dirigido la organización universitaria Tontos pero no Tanto (TNT), que defendía una ideología de extrema izquierda, en lucha con las instituciones existentes, y en contra del sistema republicano de gobierno. Todo muy del estilo de Podemos, lo que viene a explicar el porqué de la visita que hizo a España Axel Kicillof en junio de 2016 para hacer campaña junto a Pablo Iglesias. Con sus prácticas autoritarias, protegidos por la presidenta y su Gobierno, los miembros más significados de La Cámpora se hicieron con los resortes del poder en Argentina, colapsando a su vez la economía del país. Basta leer con detalle en el documentado informe La Cámpora in Argentina: The Rise of New Vanguard Generation and the Road to Ruin, firmado por Douglas Farah, senior fellow del International Assessment and Strategy Center, para comprobar los destrozos llevados a cabo en aquellos días por ese grupo, que mantiene todavía hoy a algunos de sus miembros en los directorios de importantes empresas argentinas. Kicillof, por su parte, es diputado por Buenos Aires y presidente de la Comisión de Economía de la Cámara de Diputados del país. Al hilo del eslogan Vamos por todo, durante la etapa de Cristina Kirchner se arruinaron empresas como Aerolíneas Argentinas, y se consiguió llevar la inflación del país al 30 por ciento y, entre otras acciones, de la mano de Kicillof, se forzó la incautación del 51 por ciento de la empresa Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) que estaba en manos de Repsol. Todo ello al margen de cualquier norma jurídica, siguiendo el criterio de "argentinizar la economía", como sostenía la presidenta Cristina Kirchner, procesada en diciembre de 2016 por corrupción por el juez Julián Ercolini. La incautación de YPF sucedía en mayo de 2012. El expolio se llevó a cabo mediante la aprobación de la Ley de Soberanía Hidrocarburífera, alegando que Repsol no había realizado las oportunas inversiones y el país se había visto obligado a importar hidrocarburos del exterior. Sin embargo, quedaba oculto que Repsol-YPF había encontrado un año antes en el yacimiento de Vaca Muerta una enorme bolsa de petróleo y de gas de casi 1.000 millones de barriles equivalentes. Un jugoso capital ener- gético que el Gobierno argentino de entonces, con su poderoso ministro de Economía al frente, entendió que no debía estar en manos de la empresa española. Tanto es así que en la demanda jurídica que se siguió, se estimaba que, a espaldas de Repsol, ya existían conversaciones entre Argentina y la empresa petrolera Chevron para explotar el yacimiento. De hecho, el informe del Gobierno argentino que justificaba la operación (el Informe Mosconi), firmado por Axel Kicillof como subinterventor de YPF, se habla de Vaca Muerta como "La (Re)venta de las joyas de la abuela". Término que explica de forma sintética el concepto de "argentinización de la economía" antes aludido. La desarticulación de Repsol-YPF se llevó a cabo de la noche a la mañana, siguiendo una operación política. Hay que recordar que por aquella época la propia Cristina Kirchner se burlaba públicamente de la crisis económica que atravesaba España. Sin embargo, gracias a la tenacidad, y buen hacer, de los gestores de Repsol, las demandas jurídicas doblegaron la voluntad del Gobierno argentino que tuvo que acceder a pagar la expropiación de YPF con 5.000 millones de dólares en bonos y garantías, cuyo pago final se completará en 2033. Con rapidez, haciendo de la necesidad virtud, Repsol se embarcó en la operación de la compra de Talisman y prosiguió acumulando éxitos en sus actividades de exploración con el descubrimiento de Pao de Açucar en Brasil (uno de los mayores descubrimientos de hidrocarburos de 2012), la normalización de sus actividades en Libia y, por último, hace pocos días con el mayor descubrimiento de petróleo en Alaska de los últimos 30 años. A esto, los gestores de Repsol, sin mayores ruidos, han seguido mejorando los resultados financieros de la empresa saliendo de una situación complejísima que mucha gente contaba ya como un desastre sin vuelta atrás, dando vuelta a los resultados financieros que superaron los 1.700 millones de euros de beneficio el pasado año. Mientras tanto el Gobierno Macri trata de revertir los desastres económicos de 12 años de gobiernos Kirchner, e YPF, con más del 16 por ciento de su capital en manos de 10 fondos de inversión, sigue sin ser la solución energética que preconizaba Kicillof para el país.