Pescanova se convirtió, en el Derecho Concursal, en un caso de estudio al seguir en pie después de que una gestión presuntamente delictiva la dejara al borde de desaparecer. Pero la situación aún es crítica. A nadie puede extrañar que el consejero delegado de Nueva Pescanova, Ignacio González, la considere “insostenible”. Nada mejor puede decirse de una firma que arrastra una deuda de 1.200 millones, mientras genera un resultado bruto de tan sólo 35. Urge, por tanto, una nueva reestructuración del pasivo; la preferencia de González es hacer que los accionistas capitalicen deuda. Sea cual sea el método utilizado, lo que está claro es que la operación debe ser ambiciosa y llegar más lejos que las quitas aceptadas por la banca acreedora con anterioridad.