Bastó que se filtrara que el BCE anticipa una reducción de su política de estímulos para que los inversores de renta fija se llevaran un susto en forma de repunte de la deuda soberana, que generó pérdidas del 1,4 por ciento. Pero lo peor estará por venir, si el papel regresara a los niveles de comienzo de año. En ese caso, los números rojos podrían ser del 7 por ciento. El riesgo existe. Y más si se tiene en cuenta que apenas hay base (más allá de las compras del BCE) para justificar los niveles extremadamente bajos de las rentabilidades del bono a 10 años. Es cierto que la retirada efectiva de estímulos puede demorarse años, pero el mercado anticipa esos movimientos con gran antelación y el inversor debe estar preparado para el cambio de escenario.