Está de moda en la boca de los políticos canarios la idea de convertir a sus islas en el nuevo Hong Kong del Atlántico. Y no hay nada que les dé más miedo a los isleños de a pie, que no quieren ver en sus calles, edificios o playas lo que sale en las películas sobre la ex colonia británica. Es cada vez más evidente que las islas afortunadas están ante una década prodigiosa de inversiones y desarrollo, como vértice de tres continentes ávidos por explotar los recursos naturales y el negocio que de ello se puede generar en el África Occidental.Plataforma tricontinental de desarrollo logístico lo llaman los técnicos que estudian el tema, para decir lo mismo que demostró Cristóbal Colón hace medio siglo: que las Islas Canarias son el punto idóneo para ir a América pasando por África. Chinos, americanos, franceses, ingleses, belgas... y algún español, esperan su oportunidad para estar en la zona franca canaria, con seguridad jurídica y cuasi exención de impuestos, y explotar el nuevo oro negro que sale de las costas y el subsuelo de esa parte de África.Los canarios son los españoles que más aman África. Sin duda. Y saben que es el momento de no darle la espalda. Ese potencial de desarrollo, bien ordenado, puede ser el empujón definitivo para una economía isleña demasiado dependiente del turismo. Pero también puede ser el camino para desarrollar las denostadas economías de los países generadores de inmigración ilegal.Canarias sufre el drama de frente para no fallar a sus vecinos africanos. Les recoge y les cuida. Es hora de que las ideas se conviertan en inversión, de que el mundo desarrollado sepa orientar su dinero para salvar un terrible drama humano y dar más bienestar a los canarios y a sus hermanos africanos. Así ganamos todos. Pero eso no es convertir a las islas en Hong Kong, como dicen los políticos de la zona. Si la idea es esa, habrá que ir ante la Virgen del Pino y la Candelaria por aquello de que "virgencita, virgencita, que me quede como estoy".