La banca acreedora de Abengoa trabaja en el siguiente escenario del rescate de la multinacional. En concreto, el denominado G-7 busca que los bonistas de la empresa participen en próximas inyecciones de liquidez. Se trata de una maniobra legítima por parte de las entidades, para repartir el peso de una reestructuración que se prevé cuantiosa. Ahora bien, la posición de los bonistas no se puede asimilar a la de los bancos. Aquellos no son inversores de riesgo que hayan previsto quitas en el desembolso que han emprendido. Por otro lado, el hecho de desempeñar un papel activo en las líneas de liquidez no va a tener como contrapartida una participación en la gestión de la empresa. Son todas razones de peso que pueden llevar a los bonistas a rechazar la propuesta.