Los movimientos internos se suceden con celeridad en Abengoa, después de que la tecnológica entrara en preconcurso de acreedores. Ayer, Santiago Seage abandonó el puesto de consejero delegado, al tiempo que todas las funciones ejecutivas quedan en manos del presidente José Domínguez Abascal. En paralelo, la matriz estrecha el control sobre sus filiales en el exterior y sus flujos de liquidez. Son todos pasos lógicos ante la apertura de un periodo de cuatro meses de arduas negociaciones para evitar la quiebra de la multinacional andaluza. La situación límite de Abengoa sólo permite que sus acreedores, casi toda la banca española y varias entidades extranjeras lleven la voz cantante ya no sólo en la negociación, sino incluso en la gestión de la empresa.