José Luis Rodríguez Zapatero, presidente del Gobierno español, y Angela Merkel, canciller de Alemania, pusieron ayer cuidado en no decir nada concreto sobre un posible pacto para desbloquear la opa de E.ON sobre Endesa. Hay que dejar claro que cualquier acuerdo que suscriban España y Alemania -con secreto o sin él- sobre la fusión de dos empresas privadas como E.ON y Endesa atenta contra la libertad de empresa, el libre mercado y la libre competencia, tanto en esos dos países como en el resto de Europa. Es el riesgo que han señalado con insistencia hasta tres comisarios europeos, que vigilan muy de cerca los movimientos de los dos países. Es obvio que Zapatero y Merkel trabajan para dar carpetazo al asunto sin molestar a la Comisión Europea. Quizá, incluso desean sacar partido político a un posible acuerdo forzado entre las dos empresas de modo que se pueda presentar como un éxito político e incluso como una operación europeísta. Por la parte española, no cabe, ni de lejos, esa interpretación, incluso si se disfraza como un modo de garantizar el suministro en nuestro país, algo que nunca ha estado en riesgo. Lo que de verdad ha habido por parte del Gobierno de Zapatero ha sido un desprecio absoluto por la independencia del organismo supervisor de la energía en España -la CNE, que quizá tenga que aguantar el descrédito de dar marcha atrás en las abusivas condiciones impuestas a E.ON- y un talante de continua intervención en la actividad de empresas privadas. Sea cual sea el final de la actuación de Zapatero en torno a Endesa, ha quedado claro que, en España, las empresas plantean y el Gobierno decide. Eso es posible porque no hay seguridad jurídica, ni organismos de competencia que le hagan sombra al Ejecutivo. Es un precedente intolerable.