M ariano Rajoy se encuentra frente a la reentré más difícil de su carrera política: el 11 de septiembre los catalanes volverán a echar un "pulso" al Estado con motivo de la celebración de la Diada, y dos meses después, el 9 de noviembre, intentarán forzar el referéndum independentista. Tratarán de ocupar las plazas públicas para imponer una política de hechos consumados. Si todo ello se produce, el Gobierno actuará para asegurar el cumplimiento de la Ley. Nadie quiere un "choque de trenes" como el que se produjo en Maidán. Tanto Rajoy como Artur Mas son conscientes de que se juegan sus carreras políticas en la solución de este conflicto. Pero, además, tienen que estar atentos al proceso preelectoral que se inicia de cara a las elecciones territoriales que se celebrarán en ocho meses. Ambos dirigentes lo tienen mal: el PP puede perder una gran parte de las grandes capitales, incluidas Madrid y Valencia donde gobiernan, y CiU podría perder la hegemonía en favor de ERC. Además, los nuevos grupos radicales de izquierdas, como Podemos de Pablo Iglesias, podrían convertirse en la bisagra en muchos e importantes ayuntamientos y comunidades autónomas. Rajoy podía haberlo evitado adelantando las elecciones generales, lo que habría favorecido el bipartidismo. No lo ha hecho y sus motivos tendrá, sobre todo después de que el nuevo líder socialista Pedro Sánchez está a punto de arrebatarle la iniciativa política y la recuperación flojea. El presidente ha decidido apostarse el todo por el todo a la salida de la crisis económica. Es una buena jugada, porque todos los indicadores adelantados afirman que España terminará este año con un crecimiento del 2 por ciento y que el próximo año será el país que más crezca en Europa. Pero como ha advertido Mario Draghi, "la inestabilidad política puede dañar la recuperación económica". Sin duda El regreso (2006) va a marcar el futuro, como en la película de Asif Kapadia.