Es bastante difícil comparar el negocio de El Corte Inglés con el de otras empresas porque es un gran almacén textil, un hipermercado de alimentación, una inmobiliaria, una agencia de viajes, una empresa de seguros... Todo a la vez. Eso permite a este coloso comercial tener unos ingresos diarios de 51 millones de euros, cifra que ha ido escalando año en año hasta llegar a unas ventas anuales de 15.855 millones de euros. Sin embargo, la empresa que preside Isidoro Álvarez ya no está entre las 10 que más ganan de este país, como hace cinco años. En el ejercicio pasado cayó al puesto 14. ¿Qué ha pasado? Algo que todos conocemos: El Corte Inglés ha seguido siempre con su misma velocidad de crucero. Pero otros colosos en España no sólo no se han conformado con eso, sino que han apretado el acelerador: han protagonizado sonoras compras de empresas extranjeras y han perdido el miedo a conquistar cualquier mercado. Sin embargo, El Corte Inglés sólo ha dado el salto a Portugal, un buen salto porque ha abierto ya dos grandes almacenes y dentro de poco será el tercero. Pero ¿que pasa con Italia, su gran promesa? ¿Y por qué no entrar en otros países? Siempre se puede excusar a El Corte Inglés de que, al no ser una sociedad que cotice en Bolsa, no está sometida a la dictadura de los resultados trimestrales y al corto plazo. Eso explica que se conforme con que su rentabilidad sea de 4 euros por cada cien facturados, más alta que Carrefour o Alcampo, pero menor que Zara. Desde luego, Isidoro Álvarez puede seguir con este ritmo, creando 5.000 puestos de trabajo al año, pero está claro que al ser tan grande y diversificado, otros competidores más ágiles le comen el terreno. Antes, se decía que el pez grande se comía al pez chico; ahora, en la era de la velocidad, el pez rápido se come al lento.