El Consejo de Ministros aprobó ayer la liberalización del Ave a Levante y la privatización del 49 por ciento de Aena. Con esta decisión, Fomento se asegura seguir manteniendo el control del gestor aeroportuario y el ingreso de 3.000 millones en las arcas del Estado. Una buena noticia para reducir el déficit, que habría sido aun mayor si la privatización hubiera alcanzado el 100 por cien. Esta operación no encierra sólo un propósito de hacer caja, sino también llevar al sector privado la gestión de las infraestructuras aeroportuarias y librar al sector de las presiones políticas, que en el pasado poblaron España de aeropuertos fantasma. Por eso hubiera sido deseable sacar a bolsa un porcentaje mayor de Aena. No obstante, hay que reconocer que el 49 por ciento que va a ir a manos privadas va a suponer por sí mismo un freno importante a esas presiones. Además, el Gobierno argumenta que de esta forma no es necesario hacer cambios en la legislación vigente. Aena va a mantener los aeropuertos deficitarios, pues se considera que su venta puede costar más que mantenerlos, sobre todo después de haber realizado cambios profundos en sus horarios y funcionamiento para sacarles mayor rentabilidad. La salida a bolsa del mayor holding mundial de gestión aeroportuaria -una red envidiada por otros gestores que carecen de una estructura similar- será la primera colocación para minoritarios desde Bankia, hace tres años. Tramo en el que espera colocar 1.400 millones, con el atractivo añadido de ser una candidata segura al Ibex. La privatización de Aena beneficia las arcas del Estado, aleja al gestor de las presiones políticas y abre una oportunidad a los ahorradores que podrán participar de la mayor salida a bolsa del año.