En inglés se suele decir que hacen falta dos para bailar un tango. Con la pericia de un bailarín porteño, Telefónica está cerca de poner un pie en la televisión de pago argentina. Su presidente, César Alierta, ha desarrollado una gran labor diplomática para convencer al Gobierno de Cristina Fernández de la necesidad de abrir este mercado. Se trataba de una decisión lógica en consonancia con los tiempos. Hasta el momento, esta televisión sólo podía ser operada en Argentina por los dueños de la red de cable, que resulta muy cara instalar. En poco tiempo, también se podrán ofrecer servicios de televisión a través de ADSL. Con esta iniciativa, el Ejecutivo argentino ha demostrado mucha valentía, pues se enfrenta al mayor conglomerado de medios de comunicación del país gaucho, el grupo Clarín, que en la actualidad posee el monopolio del cable. En este sentido, los Kirchner se arriesgan a recibir el fuego de estos medios. Sin embargo, esta medida ya había sido adoptada en los países colindantes y representa la oportunidad de aumentar la competencia y, por tanto, rebajar los precios al consumidor. De la misma forma que los españoles nos hemos beneficiado de la entrada de competidores de Telefónica, los argentinos podrán así escoger oferta. Tras numerosas medidas garrafales para la inversión extranjera, por fin el Gobierno argentino toma una decisión que atrerá capitales, al igual que hace Brasil con éxito. Respecto a nuestra teleco, Argentina es su segundo mercado en Latinoamérica y ya cuenta allí con la red de ADSL que necesita: sólo le queda replicar el modelo de Imagenio. Telefónica demuestra su versatilidad para diversificarse, adaptándose a los bailes nacionales de multitud de países y a muy distintos tipos de negocio.