A l inicio de la crisis económica del 2008 se estrenó Malas noticias (Too Big to Fail) dirigida por Curtis Hanson. Se trataba de una adaptación del best-seller de Andrew Ross Sorkin en la que se cuenta cómo estalló y cómo actuaron los poderosos ante tan inesperada situación. Seis años después, el ministro de Economía Luis de Guindos podría escribir un libro titulado Buenas noticias en el que describiera como evitó el rescate de España. De la misma manera que cuando estallan las burbujas se produce un círculo infernal en el que las malas noticias provocan otras cada vez peores, cuando comienza una recuperación se produce un círculo virtuoso en el que todo son buenas noticias. Esto lo vamos a comprobar hoy mismo con la publicación de la EPA correspondiente al primer trimestre del año con unos magníficos datos si los comparamos con el primer trimestre de los últimos seis años. Al día siguiente, el INE dará a conocer un avance del PIB con un crecimiento del 0,4 por ciento, que permita vaticinar que la economía crecerá este año por encima del 1,5 por ciento. Ese mismo día se dará a conocer el IPC adelantado de abril, con una caída de los precios, lo que favorece un incremento del poder de compra de los salarios sin dañar la competitividad. Si al regreso del puente se da a conocer el paro registrado en abril, al coincidir con Semana Santa será espectacular. El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, aprovechará la ocasión para anunciar a bombo y platillo que el fuerte crecimiento de los ingresos permite bajar los impuestos. Es decir, las estadísticas le van a hacer la campaña electoral a Mariano Rajoy. Pero todo esto solo es humo de paja. Es cierto que la recuperación es un hecho y que repugna a la razón negarla como hacen los socialistas. Pero no es menos cierto que los parados lo están pasando muy mal y la desigualdad social se ha incrementado. Esas son las malas noticias.