N o es habitual que los mercados financieros alcancen un consenso. ¿Nadie puede ponerse de acuerdo sobre si la eurozona está arreglada o simplemente está preparándose para otra crisis? ¿Tampoco sobre si el final de la flexibilización cuantitativa golpeará a los mercados, o marcará el retorno al crecimiento normal? De hecho, ¿tampoco sobre si China está a punto de implosionar desordenadamente, o se impulsará hacia adelante para dominar el próximo siglo? Pero al comienzo de este año había una idea que todo el mundo podía suscribir. El oro estaba quemado. El precio había caído durante todo 2013, e iba a seguir cayendo. Pero un momento. El oro había desafiado a los incrédulos, y había empezado de manera sorprendentemente fuerte el año. El precio ha subido un 10 por ciento desde Navidad, y está de nuevo por encima de los 1.300 dólares la onza. El metal ha tenido el mejor comienzo de año desde 1983. Y sin embargo, tradicionalmente, un precio del oro en ascenso ha sido una señal de advertencia de que se acercan problemas. Los inversores compran oro en épocas de agitación económica. Así pues, ¿qué clase de aviso está enviándonos el precioso metal en este momento? Hay tres posibilidades: un crack en China, la llegada de la deflación, y una nueva recesión en el mundo desarrollado. Sea lo que sea, el oro ha acertado más que ha fallado en el pasado, y sería ingenuo ignorarlo ahora. Los mercados financieros no han funcionado de acuerdo al guión en lo que va de año. Se suponía que los valores se iban a impulsar hacia adelante a medida que la economía global se recuperara, los bonos se desplomarían cuando los bancos centrales dejaran de imprimir dinero, y el oro volvería a ser la 'reliquia bárbara' de la que hablaba Keynes, que la desdeñaba. Nada de eso ha ocurrido, y el oro, en particular, se ha salido violentamente de la ortodoxia. Después de experimentar su peor desplome en tres décadas en 2013, ahora está de nuevo creciendo rápidamente. Por supuesto, puede que haya una explicación totalmente inocente para ello. La compra especulativa de oro, especialmente por parte de los gigantescos Fondos Cotizados en Bolsa que se lanzaron para subirse al mercado alcista, ha sido eliminada ahora. En su lugar, hay una demanda física que crece de manera progresiva, especialmente en países como China, donde hay un montón de dinero nuevo. El año pasado, la demanda de oro por parte de los consumidores creció un 21 por ciento, según el Consejo Mundial del Oro, principalmente en India y China. Aunque en ese caso estaba repleta de gente que huía del mercado de inversión en 2013, con el dinero especulativo fuera de juego, podría simplemente estar reafirmándose una creciente demanda real. Pero la subida del precio del oro puede ser también una señal temprana de advertencia de que acechan grandes problemas. Si es así, ¿qué pueden ser? He aquí tres posibilidades. En primer lugar, la más evidente: China. Nadie sabe con certeza qué le está pasando a la economía china, en parte porque las estadísticas son muy poco fiables. Lo que sí sabemos es que ha habido una acumulación masiva de crédito, y el crecimiento con turbo del país está empezando a desacelerarse, y eso rara vez es una buena combinación. Los nuevos ricos de China han puesto su dinero en una nueva clase de 'productos de gestión del patrimonio' desregulados y de alta rentabilidad, muchos de los cuales han resultado ser más o menos tan fiables como una solicitud hipotecaria sub-prime de Florida en 2007. Si ese dinero empieza a salir, y la economía empieza a tambalearse a su vez, entonces los inversores chinos se cambiarán al oro, refugio al que tradicionalmente consideran como seguro. Entrará mucho dinero en el metal precioso. ¿Cómo de mucho? Lo suficiente para tener un fuerte impacto en el precio, eso seguro. Lo segundo, la deflación. El mercado ha decidido simplemente pasar por alto la manera en que la deflación está empezando a apoderarse de la eurozona. Pero puede no ser capaz de mantenerse indiferente durante mucho más tiempo. Las cifras publicadas el lunes mostraron a los precios al consumo cayendo a su ritmo más rápido desde que hay registros. Chipre y Grecia tienen hoy bajadas de precios interanuales. Italia no puede tardar mucho. Los precios cayeron un 2,1 por ciento en enero, y en Francia cayeron un 0,6 por ciento. La caída de los precios es en parte un indicador de que la economía tiene nuevos problemas: después de todo, las empresas no reducen los precios porque la demanda de sus productos se esté disparando. Pero además es una catástrofe para las naciones que tienen niveles de deuda muy altos, como todos los miembros periféricos de la eurozona. Las deudas siguen intactas, mientras que los ingresos al servicio de la deuda empieza a encogerse año a año, y si tu ratio de deuda sobre el PIB es ya del 130 por ciento, como es el caso de Italia, entonces tienes un grave problema. Si la deflación toma el mando, pueden ocurrir dos cosas a continuación. Puede hacer avanzar la euro-crisis hacia su tercer y último acto, allanando el camino a una ruptura definitiva. O bien el Banco Central Europeo se verá obligado a emitir flexibilización cuantitativa a escala masiva en un intento de evitar que los precios se hundan, y arrastren a las economías con ellos. Cualquiera de las dos, sin duda, empujará hacia arriba el precio del oro. Por último, la próxima recesión. Un momento, se dirá. Aún no hemos acabado con la última. Es cierto que la mayoría de economías están todavía saliendo dolorosamente de la caída drástica en la producción posterior a la crisis financiera de 2008. Pero eso no significa que el ciclo económico haya desaparecido. En el curso normal de las cosas, la economía se ralentiza cada cuatro o cinco años. Si la recuperación empezó -desde luego que de forma muy lenta- a mediados de 2009, no debería ser muy sorprendente que hubiera una desaceleración más avanzado este año, y alguna clase de shock antes del comienzo de 2016 es prácticamente inevitable. Ya hay señales de la ralentización del crecimiento en todas partes, desde el flojo crecimiento del empleo en EEUU, a las perturbaciones en los mercados emergentes. Es probable que la recuperación del crack de 2008 sea un proceso de una década o incluso dos. Habrá baches a lo largo del camino, y estamos a puntos de tropezar con uno. El precio del oro tal vez esté ya previéndolo. El oro tiene un largo e impresionante historial como alerta de los problemas que acechan a la economía global. En el pasado generalmente ha acertado, y en este momento está diciéndonos que el panorama es menos sólido de lo que el mercado supone. Si usted lo ignora es bajo su responsabilidad.