El principal índice de la bolsa española, el Ibex 35, dio ayer la sorpresa. En uno de los días que menos inspira al mercado -el 15 de agosto suele presentar uno de los volúmenes de negociación más bajos del año-, la bolsa española se saltó el puente. La calma chicha del verano se vio rota. Los buenos datos macroeconómicos de EEUU, que animaron la jornada del Dow Jones, propiciaron que el Ibex saliera fortalecido y diera el campanazo: la bolsa española tocó ayer la mítica barrera de los 12.000 puntos de cotización, acercándose a un 7 por ciento de su máximo histórico, aunque al cierre se quedase en los 11.991,3 puntos. Y ello en pleno periodo estival, cuando los inversores suelen andar más bien desconectados de la bolsa. Junto a las buenas cifras arrojadas por los índices de precios de producción en EEUU y los datos de manufacturas de la zona de Nueva York, los resultados empresariales de las compañías norteamericanas ayudaron a apuntalar esta subida. Además, la tregua en Líbano recortó los precios del crudo y aleja, de momento, la tan temida amenaza de la inflación. Pero, aparte de la coyuntura internacional, hay una razón más importante para dejarse llevar por el optimismo: las empresas españolas que cotizan en la bolsa presentan un panorama alentador, sobre todo las tres grandes -Santander, Telefonica y BBVA-, y los expertos creen que hay posibilidades de obtener ganancias invirtiendo en todas ellas, ya que el mercado español está barato. Por eso, los inversores están comprando incluso en verano y hay motivos para pensar que el Ibex 35 puede alcanzar este mismo año máximos históricos, a pesar de que hace tan sólo unos meses todo parecía apuntar a lo contrario.