En las últimas semanas corría por Madrid que Fomento e Iberia habían llegado a un arreglo, de manera que, como compensación por quedarse instalada en la ultramoderna terminal cuatro (T-4) de Barajas, cedió el handling de El Prat a Spanair y Air Europa. Un pacto así está fuera de la naturaleza de las cosas. El Ministerio de Fomento no puede regirse en sus concesiones por pactos verbales o secretos, sino por criterios de rigor sobre la valoración de cada oferta.Sin embargo, la revelación por parte de la Generalitat de que Iberia había ofrecido un precio muy superior al de sus competidores para quedarse con el handling del aeropuerto catalán, es decir, que presentó una oferta poco competitiva, dio de nuevo aires de verosimilitud al invento. Sea como fuere, la titular de la cartera de Fomento, Magdalena Álvarez, echó el jueves un jarro de agua helada a las relaciones con la aerolínea presidida por Fernando Conte. Álvarez se excusó en la seguridad aérea para justificar la falta de intervención de las fuerzas de orden público en el conflicto de El Prat y cargó las tintas sobre Iberia.Es inconcebible que se paralice de manera salvaje e ilegal el segundo mayor aeropuerto de España y, primero, los máximos dirigentes de la Generalitat encabezados por su presidente, Pascual Maragall, y después los del Gobierno, no vean responsabilidad oficial alguna si no es en Iberia. Es conocido que, en este país, cuando se trata de buscar culpables en política, jamás dimite nadie. Ya ocurrió en el hundimiento del Prestige en las playas gallegas, se ha vuelto a repetir con la ola de incendios que está asolando Galicia y en el conflicto de El Prat.Siempre lo digo, agosto es un mes traicionero. Los políticos se relajan, se olvidan por unos días de la poltrona, y en su ausencia nadie se atreve a tomar decisiones arriesgadas. Si hasta el presidente de la CNMV, Manuel Conthe, tuvo que salir el viernes a la palestra para intentar demostrar que no está de vacaciones.