El acuerdo entre Repsol e YPF no es un mal acuerdo ni para el Gobierno argentino, que sale de esta encrucijada en la que se ha visto envuelto por una presidenta Kirchner que quiere perpetuarse en el poder, ni para la petrolera española, víctima del expolio que ahora se intenta enmendar. Repsol podrá anotarse en el corto plazo 5.000 millones de dólares pagaderos en activos de una moneda convertible. Pero es necesario atornillar las garantías para asegurar la indemnización en caso de que surjan problemas con los bonos y aprovechar que es la primera vez que Argentina se ha tomado en serio la resolución de este conflicto, que ha levantado la desconfianza de los inversores internacionales, que no se fían de la bipolaridad de la presidenta argentina.