D espués de varios meses de dudas e incertidumbre, la economía China ha tocado fondo y comienza un periodo de recuperación. El PIB ha caído desde niveles del 14 por ciento de crecimiento anual hasta el actual 7,5 por ciento, en gran medida inducido por las autoridades del país que implementaron políticas monetarias restrictivas para evitar el recalentamiento y una escalada de precios que arriesgaría su competitividad exportadora. El Gobierno ha virado la casi total dependencia del sector exterior hacia un mayor incremento de la demanda doméstica impulsada por mayores rentas. Cualquier cambio que se produce en la economía de China influye en el resto del mundo. La menor necesidad de materias primas que en los próximos años tendrá este país afectará a los precios de las principales commodities y con ello a países de economías emergentes. A este efecto, se unirá la retirada de estímulos monetarios en EEUU. China estimula su economía desde principios de año facilitando crédito al sector privado, lo que empieza a tener su efecto en la economía real. Aunque todavía debe alcanzar a las pymes. En los últimos tres meses se han bajado impuestos a las pequeñas empresas, facilitado las exportaciones y, lo que es más importante, se ha dedicado parte del presupuesto a inversión en ferrocarriles e infraestructuras. Los últimos datos del índice PMI muestran una subida desde 50.3 hasta un 51 que sitúa al sector manufacturero en crecimiento. Si se mantiene, el efecto sobre la economía europea empezará a notarse a principios de 2014. La retirada de estímulos de EEUU es el resultado de la recuperación de su economía y no habría que temer consecuencias negativas por ello. Si se hace de forma gradual la economía saldría fortalecida. Solo queda que las autoridades europeas aprovechen el momento. Las elecciones alemanas, de las que no se espera cambio s significativos, deberían ser un punto de inflexión en la política europea que ha estado mediatizada por estos comicios. El BCE da señales de tender hacia políticas de mayores estímulos para desfragmentar el mercado de crédito y favorecer el crecimiento, ambos aspectos necesarios para aprovechar cualquier mejora en la economía mundial.