L a situación española en materia de corrupción -Urdangarín, Palau, ERE, Barcenas, Gürtel- ponen de manifiesto el notable incremento de casos a los que el ciudadano español está asistiendo. Los españoles atormentados por la crisis no dan la espalda al problema, el CIS a través de su barómetro mostraba como segundo problema la corrupción y el fraude, por delante de los problemas económicos y tan solo por detrás del paro. Esta afirmación es más patente si acudimos al Barómetro Global de la Corrupción 2013, realizado por Transparencia Internacional y que intenta poner de manifiesto el nivel de corrupción. El indicador muestra que para los españoles los partidos políticos son la mayor fuente de corrupción, alcanzando niveles altísimos y solo superados por griegos e italianos en Europa, posiblemente la pátina mediterránea. Desde el punto de vista moral y ético la corrupción política que comprende: el soborno, la malversación, el cohecho, el nepotismo; es totalmente deplorable y son prácticas no solo a erradicar sino a combatir activamente. Difícilmente encontraremos textos que defiendan estas prácticas dentro de la disciplina sociológica o filosófica, sin embargo desde el punto de vista económico podemos encontrar diferentes estudios que intentan vincular crecimiento económico con corrupción, por cierto con resultados muy desiguales, incluso algunos lo justifican en países emergentes o lo minimizan para los desarrollados; pero la pregunta que para mí se debe responder es si económicamente se deben perseguir la corrupción. La respuesta es sí, la economía nunca puede estar por encima de la ética, pero además es que la corrupción genera unos problemas económicos muy grave. La OCDE precisamente en el año 2013, expone clarísimamente las causas económicas para combatir estas prácticas, en primer lugar al incrementar el coste por cerrar un acuerdo comercial, coste que se multiplicará si una organización es condenada por un tribunal u organización. En segundo lugar y para mi tan importante como el primero al desperdiciar o hacer ineficientes las recursos públicos, es decir los impuestos de las familias y las empresas y aquí si existen numerosos estudios que muestran que la corrupción incrementa aspectos tan sensibles como la mortalidad infantil, la calidad de la formación y la sanidad así como las pérdidas económicas. La corrupción, además, excluye a los pobre y perpetua la pobreza algo que como economista debo rechazar en todo momento nuestra labor, me atrevería a decir nuestra deontología, es todo lo contrario. El último efecto es el debilitamiento de los estados y la propia democracia al deslegitimizar el soporte político. Quizá en el corto plazo la corrupción pueda incrementar el crecimiento económico pero queda meridianamente claro que en el largo plazo corroe y destruye las bases del estado y la propia economía del país. Hasta el momento el caso Bárcenas o cualquiera de los otros frentes que tenemos abiertos en los juzgados no han provocado un daño o deterioro adicional apreciable en la situación económica, algo que podemos ver en la prima de riesgo. Hasta el momento la prima viene experimentando una caída notable, buena parte explicada por el aumento de los tipos alemanes, pero también por alguna que otra cuestión macroeconómica española de mejoría, principalmente la balanza comercial. Al margen y si me permiten cuidado con las agencias de rating puesto que vienen avisando una y otra vez de la posible rebaja de rating a España que nos llevaría a bono basura. Continuando después de esta salvedad con el tema principal hay que tener presente que los mercados siguen pensando que la situación de escándalos donde se ven implicados los políticos y los partidos tiene un efecto doméstico, los inversores siguen mirando si las reformas demandadas se van a llevar a cabo o no, así como los avances que se van produciendo. Esas reformas están garantizadas si el PP sigue manteniendo las riendas de las cámaras, con o sin Rajoy como presidente del gobierno. Ahora bien los problemas económicos, especialmente en la financiación del déficit público, vendrían si fuera necesario convocar elecciones anticipadas por la caída de la confianza en el partido que mantiene al gobierno. En este caso no tengo nada claro, si es que alguien lo tiene, que gobierno nos podría deparar las urnas, es más no tengo claro ni siquiera una posible gobernabilidad y eso asustaría a los mercados puesto que lo que los inversores lo quieren ver es que se lleven a cabo las reformas. Hasta el momento el caso Bárcenas no ha afectado a nuestra prima de riesgo, pero precisamente y como ya reclama el Financial Times, es fundamental para alejarnos del escenario más catastrofistas que la situación de Rajoy y la propia financiación del Partido Popular se aclare lo antes posible. Hace prácticamente un año España pidió la ayuda a los bancos, una intervención blanda en toda regla, casi un año después el extesorero parece que hace confluir los caminos de la ética y la economía, concretamente el crecimiento económico. En todo caso y dadas las consecuencias de la corrupción este sería el mejor momento para dotarnos de una legislación sobre transparencia de los partidos, financiación de los mismos y refuerzo del Tribunal de Cuentas que eviten o al menos disminuya la corrupción, a la vez que reformar las administraciones para evitar la corrupción.