Las autoridades de defensa de la competencia entienden que la estrategia consistente en fomentar la delación al amparo de la política de clemencia ha dado buenos resultados. En principio, debería ser así porque el chivato eficiente puede ahorrar mucho trabajo a los investigadores. En todo caso, a mi juicio, siempre es necesario un buen argumento ilustrado con los hechos probados más relevantes. Mucho más que una hilera inacabable de frases. Por ejemplo, es fácil argumentar que una empresa forma parte -o no- de un cártel. La argumentación es, esencialmente económica y la figura está delimitada en la legislación. Una vez establecido que una empresa hipotética colude -o no- no es necesario abundar en la jurisprudencia para decir lo mismo repetidas veces. Esta estrategia refleja devaneo argumental y, en su caso, ganas de agradar al cliente al amparo de una pretendida sabiduría. Además, por regla general, cuando un cartel es descubierto, analizado y sancionado, lo que reflejan los medios de comunicación es la relevancia de la sanción. Y cuanto más elevada sea ésta, mayor será el titular y, con toda probabilidad, mayor será la reputación temporal de la institución sancionadora según el criterio de unos y mayor el temor a posibles sanciones, de acuerdo con los criterios de otros. La autoridad española de defensa de la competencia, con la eficacia como telón de fondo, ha considerado conveniente publicar una comunicación sobre el programa de clemencia, al estilo de la regulación europea y al amparo de la Ley 15/2007, de 3 de julio, de Defensa de la Competencia. Dicha autoridad puede eximir del pago de una multa, o reducir su importe, a aquellas personas o empresas que delaten la existencia de un cártel y su participación en el mismo, aportando las correspondientes pruebas, de acuerdo con un conjunto de requisitos. Es decir, se retribuye al delator por el ahorro de costes que supone la delación; aunque tal ahorro no se cuantifique ni exhiba. En la comunicación citada se establece que "el solicitante de clemencia debe cooperar plena, continua y diligentemente" con la autoridad de defensa de la competencia hasta la finalización del procedimiento. La pretensión de la autoridad supone un importante paso adelante cuya efectividad real se desconoce pues una cosa es delatar y otra, muy distinta, es colaborar sin condiciones y a las órdenes de la autoridad. En otros términos, se sabe cómo empieza el proceso pero no cómo terminará ni cuándo. Tampoco se sabe qué significa actuar con diligencia. Podría ocurrir, incluso, que el endurecimiento de las exigencias al chivato actúe como elemento disuasorio. O que, como ha ocurrido en alguna ocasión, el chivato se aproveche de su actuación para limitar significativamente la competencia en el mercado. Algo que es, justamente, lo contrario de lo que se pretende. Para que el programa sea eficiente hay que evitar la turbiedad y utilizar los instrumentos del moderno análisis económico. Pero sorprende que en la comunicación solo interese el cártel y no los efectos de su descubrimiento sobre la competencia, los operadores económicos eficientes y los consumidores. Por esta razón, no debe resultar extraño que los medios de comunicación reflejen solamente una parte de los motivos que justifican la defensa de la competencia. Nadie indaga acerca del coste de la defensa de la competencia, sus resultados en los distintos mercados y sus efectos sobre los consumidores. Las autoridades de defensa de la competencia aparecen ante la opinión pública, sobre todo, como elementos sancionadores. Algo tan inoportuno como que los gobiernos aparezcan como hurgadores impunes en nuestras faltriqueras mediante el sistema impositivo. Por el contrario, el mensaje debe ser positivo y siempre debe tener como referencia fundamental que la defensa de la competencia tiene que ver con el bienestar general, los beneficios de los consumidores en forma de menores precios y mejores condiciones de la oferta, y la protección de las empresas eficientes perjudicadas por los eventuales abusos individuales o colectivos de empresas con poder del mercado. Algo tan sencillo como frecuentemente olvidado pese a que está claramente explicado en cualquier manual de análisis económico mínimamente ilustrado. Si las autoridades de defensa de la competencia no son más cuidadosas con estas cuestiones no despertarán la simpatía de la sociedad. Cuestión fundamental para consolidar su fortaleza e independencia.