La fiscalía Anticorrupción ha archivado el caso sobre las presuntas irregularidades cometidas por Eduardo Zaplana en la gestión de la publicidad del Ministerio de Trabajo. Conceder una campaña de publicidad de la Administración con unos criterios míninos de transparencia y justicia es una labor difícil, pero alcanzable. Delimitar cuándo una campaña publicitaria de interés público se ha utilizado con fines partidistas es tarea hercúlea. Demostrar que una campaña ha sido adjudicada a dedo y, además, ha servido para apoyar una campaña electoral, es una misión casi imposible. Sin embargo -y no importa el color del Gobierno de turno-, todos tenemos la sospecha en algún momento de que, cuando se aproximan las elecciones, aparecen más ancianos en los anuncios. O tenemos conocimiento de carreteras, puentes y pantanos que nunca pensamos que existieran. Salvo que se suprima la publicidad institucional, tendremos que acostumbrarnos a esta sospecha. Sea como sea, con el carpetazo de las acusaciones a Zaplana, queda a salvo la reputación del ex ministro y actual portavoz del grupo Popular en el Congreso de los Diputados. Para quienes intentaron utilizar un tema menor para socavar al ariete del PP en el Congreso, habrá otras oportunidades de intentarlo, ya que Zaplana está siempre en el punto de mira. Por ahora, sin prueba alguna, su nombre aparece siempre ligado a la financiación de casi cualquier operación inmobiliaria que se precie en la Comunidad Valenciana. En especial, a la de Terra Mítica, el parque de atracciones de Benidorm (Alicante), lugar donde inició, como alcalde, su carrera política. Esta vez, tampoco pudo ser: Zaplana ha quedado absuelto.