La relajación del mercado secundario sobre la deuda española y un acusado descenso de la prima de riesgo en las dos primeras semanas del año está facilitando la financiación del Tesoro Público, bancos y grandes empresas, que han lanzado emisiones de bonos por valor de 7.250 millones de euros. En algunos casos el coste ha sido inferior al que asume el propio Tesoro y de ello pueden dar constancia Telefónica y Gas Natural, cuyas colocaciones han captado fondos a unos tipos récord situados entre el 3,98 y 3,87 por ciento. Se trata de un contexto inesperado por la rapidez con que ha surgido tras el acuerdo fiscal alcanzado entre demócratas y republicanos en Estados Unidos y las nuevas condiciones de liquidez establecidas, que va a contribuir positivamente a recortar su deuda y permitir avanzar en nuevos proyectos de inversión. Si los bancos y grandes empresas están resolviendo satisfactoriamente sus problemas de liquidez, ¿qué ocurre con las pequeñas y medianas empresas y las familias? De momento nada, porque los bancos que se han beneficiado de la ventana de liquidez abierta no han traslado todavía sus menores costes de financiación al pequeño empresario, auténtico valedor de la economía real. Y aún tardará un tiempo hasta que las entidades financieras saneen sus balances y la bolsa premie su continuado esfuerzo. Para que el agua llegue a paliar la sequía de las pymes es necesario que el Gobierno siga aplicando sus medidas de ajuste y cumpla los compromisos establecidos con Bruselas. La ventana de liquidez abierta constituye, hasta el momento, un rayo de luz que debe ser aprovechado por el Ejecutivo para rematar las tareas pendientes y granjearse de nuevo la confianza de los mercados e inversores.