La presidenta de la Comisión Nacional de la Energía (CNE) , Maite Costa, ha colocado cajas fuertes en los despachos de sus directivos para evitar que se filtren los expendientes del organismo. La idea ha ocasionado una situación divertida, porque algunos han tenido que reubicar las plantas del despacho a fin de ocultar ante las visitas las aparatosas cajas de acero. De poco ha servido la iniciativa de Costa, porque, antes de que los documentos lleguen a manos del equipo directivo, son envíados al Ministerio de Industria, donde se les pierde la pista. Es lo que ha ocurrido con el borrador dirigido a vetar la opa de E.ON sobre Endesa, preparado por el consejero Jorge Fabra. Montilla lo tuvo, al parecer, en la mesa de su despacho antes de que lo hayan podido ver los consejeros de la CNE. Con todo esto, se da la impresión de que Fabra envía sus notas manuscritas al ministro de Industria para lograr su visto bueno antes de elaborar el expediente definitivo, que luego debe presentar ante el consejo del organismo independiente, por llamarlo de alguna manera. Entre la afiliación de Maite Costa en la CNE y la llegada de Miguel Ángel Fernández Ordóñez al Banco de España sin consenso político, la independencia de los organismos oficiales queda tocada. Montilla realizó esta semana una visita relámpago a Bruselas para pedir árnica a las comisarios de Competencia, Neelie Kroes y de Mercado Interior, McCrevy. La comisaria fue durísima y dejó claro al ministro que recurrirá cualquier decisión que tome la CNE para frenar la opa de E.ON sobre Endesa.Y mientras Montilla se afana por dejar bien atado este asunto, en su ministerio vuelan las navajas. La próxima marcha del ministro y la llegada de su sustituto ha puesto nerviosos a muchos altos cargos. El último runrún que corre es que el secretario general de Energía, Antonio Fernández Segura, se marcharía a la Sepi, en lugar de Enrique Martínez Robles. ¡Ya veremos!