L a inestabilidad económica y financiera empieza a afectar a la Administración. La estrategia de la Unión Europea para un crecimiento inteligente, sostenible e integrador marca como objetivo prioritario desarrollar una economía basada en el conocimiento y la innovación, y la transformación de los puestos de trabajo hacia un perfil cada vez más cualificado, con tareas más cognitivas y emocionales. La reestructuración de plantilla implica un cambio dirigido a mejorar el rendimiento de la empresa. Las empresas públicas, menos expuestas a los mercados, no seguían este patrón. Sin embargo, la reforma laboral aprobada por el Real decreto Ley 3/2012 de 10 de febrero abre la posibilidad al introducir un nuevo párrafo en el artículo 47 del Estatuto de los Trabajadores, en el que se aclara que las Administraciones Públicas están a salvo de los ERE, "salvo aquellas que se financien mayoritariamente con ingresos obtenidos como contrapartida de operaciones realizadas en el mercado". La reforma laboral permite que las Administraciones lleven a cabo cualquier tipo de redistribución de sus medios humanos y materiales siempre que tenga como finalidad una mayor eficacia en el uso de sus medios . ¿Cuál sería el ámbito de aplicación del ERE en la Administración?: todo el personal laboral sometido al Estatuto de los Trabajadores que no esté vinculado por una relación administrativa funcionarial. Casi un millón de empleados públicos no son funcionarios. El personal laboral que se rige por el Estatuto de los Trabajadores puede ser despedido ahora con 20 días de indemnización y un tope de 12 mensualidades utilizando los mismos argumentos que en la empresa privada. La gestión del contexto de cambio y aprendizaje continuo existente hace que nos centremos en los efectos psicosociales y de recursos humanos que se derivan de las reestructuraciones empresariales al ser nuestra área de especialización. La pérdida del trabajo es un proceso traumático con costes personales y sociales, y, si no es fácil para empleados de empresas privadas -más acostumbrados a conceptos como rotación, evaluación del desempeño o dirección por objetivos-, menos aún para trabajadores de entes públicos, con sensación de continuidad, estabilidad y empleo para toda la vida. ¿Cómo podremos gestionar los cambios en las plantillas de empresas públicas afectadas por un ERE? Si lo acometemos exclusivamente desde el punto de vista racional, de porcentajes, ratios y cálculos numéricos, la reforma laboral aplicada a la eficiencia de la Administración será cualquier cosa menos eficiente, con daños importantes en la sociedad española ya que acometeremos el proceso sin contar con la parte emocional del ser humano, decisiva en los comportamientos y siendo ésta clave del cambio. Y esa gestión del cambio emocional de los afectados por un ERE pasa necesariamente por un modelo de acompañamiento reforzado para la inserción en el mercado de trabajo y el asesoramiento continuo. Si célebre es la frase "el fracaso muestra lo que el éxito oculta", más notorios aún han sido los casos de empresas que fracasaron en la gestión del cambio por no acompañar al desempleado en las fases de duelo, acarreando consecuencias desastrosas para la marca, el mercado y las plantillas. Tal es el caso de los suicidios acontecidos en Francia en una empresa del sector de las telecomunicaciones, en la que se comunicó lo siguiente: "… el suicidio podría estar relacionado con las condiciones de trabajo… Vivía una movilidad mal aceptada y hay testimonios que atestiguan un sufrimiento moral en las últimas semanas". Aprendamos de los errores y apliquemos la reforma laboral en su totalidad. Junto a la flexibilidad, establezcamos el concepto de seguridad y fijemos los mecanismos necesarios para, en la negociación de los ERE de las empresas públicas españolas que tendremos que afrontar, acompañar al demandante de empleo desde el inicio del proceso hasta la reinserción a su nuevo puesto de trabajo. Facilitemos el cambio estructural, económico y social con la responsabilidad que nos toca asumir y ayudemos a gestionar el miedo del ser humano a afrontar cambios que no son precisamente fáciles ni cómodos de asumir en este entorno de incertidumbre social.