Algo falla en la información que se exige a las empresas que cotizan en bolsa cuando los accionistas minoritarios de Campofrío y Telepizza no se enteran de informaciones claves. Pedro Ballvé pignoró -es decir, hipotecó- los títulos que poseía en las dos compañías que preside, pero es claro que el mercado no se ha dado por aludido. La actuación de Ballvé es irreprochable, ya que la CNMV, el supervisor de los mercados bursátiles, considera que no tiene obligación legal de informarle sobre este asunto. Basta con que registre la pignoración en las bolsas correspondientes. Que un accionista de referencia presente como garantía las acciones de una empresa es una información de interés para el resto de sus socios. No tiene por qué implicar necesariamente que pasa por dificultades, pero es un dato que puede cambiar las expectativas de los demás accionistas. Resulta cuando menos extraño que la ley no considere necesario que este tipo de información tenga más publicidad. Sobre todo, si se tiene en cuenta que se siguen al milímetro las variaciones de los paquetes de acciones que poseen los consejeros de las empresas cotizadas. Hasta hace poco, la propia Telepizza tenía que comunicar incluso los lanzamientos de sus nuevas pizzas al queso porque influían en la marcha de su negocio. ¿Y qué decir de la salida del capital de Telepizza nada menos que de su consejero delegado, José Carlos Olcese, sin que los accionistas se hayan enterado? Las sucesivas presidencias de la CNMV han variado los criterios de información exigible a las empresas y el grado de cumplimiento, lo que puede generar confusión en el inversor. Unificar criterios y reformar el catálogo de información que deben publicar las empresas es un asunto tan interesante como sacar otro proyecto Conthe de buen gobierno.