E n los últimos días hemos visto un rápido aumento en los rendimientos de los bonos gubernamentales en Estados Unidos, Reino Unido y los mercados centrales de la zona euro. Pensamos que este movimiento podría indicar el comienzo de una normalización en los rendimientos de los bonos, que al final verán niveles similares a aquellos vigentes antes del inicio de la aguda fase de la crisis de deuda europea en 2011. El anuncio por parte del Gobierno británico de que estaba considerando la emisión de un nuevo bono a 100 años o sin fecha para congelar los costes de financiación históricamente bajos ha sido visto como el detonante para los ajustes en los rendimientos del mercado. Sin embargo, han confluido una serie de factores para dar lugar a este movimiento. El riesgo de una quiebra desordenada y de una fractura de la unión monetaria en Europa ha remitido gracias a las políticas de liquidez del BCE y al progreso en curso para una cooperación fiscal más estrecha. La gestión exitosa de los swaps de deuda griega también ha contribuido a la reducción del riesgo en Europa, por lo menos hasta ahora. Dado que la rentabilidad de los bonos en Alemania, Estados Unidos y Europa llegó a situarse por debajo del 2 por ciento el año pasado debido a los flujos en busca de activos refugio relacionados con la crisis de deuda, una reducción de estos flujo hacia valores refugio conducirá de forma natural hacia unos rendimientos superiores. Además, los datos económicos globales han sido mejores de lo esperado desde el final del año pasado. La economía americana está encabezando el camino en este sentido, con señales alentadoras procedentes del mercado laboral y del gasto en consumo. El crecimiento en los mercados emergentes también parece ser más sólido de lo que se pensaba hace unos meses. Incluso en la zona euro no todos los países están en una situación de recesión. En particular, Alemania está creciendo a un ritmo que no concuerda con las condiciones económicas de algunos de sus socios comerciales europeos más pequeños. Por su parte, el ambiente político es también una preocupación para algunos inversores en bonos. La expansión agresiva de los balances de los bancos centrales puesta en marcha por la Fed, el Banco de Inglaterra y el BCE suponen un riesgo de mayor inflación en el futuro. Incluso aunque ésta no se materialice, algunos inversores están dudando ahora que los legisladores puedan seguir sugiriendo más medidas de flexibilización cuantitativa (quantitative easing). Si las perspectivas económicas son mejores, los mercados se cuestionarán cada vez más la capacidad de los bancos centrales para mantener los tipos de interés bajo control de forma indefinida. Por supuesto, todavía siguen presentes numerosos riesgos de caídas en el panorama económico mundial. La crisis de deuda europea no ha desparecido, incluso aunque los riesgos inmediatos de solvencia y liquidez se han reducido. El endurecimiento fiscal es el principal lastre para el crecimiento en muchas economías y llegará a Estados Unidos en algún momento. No obstante, el equilibrio entre la recuperación económica global y el escenario de riesgo ha cambiado a favor del primero por ahora. Es una opinión ampliamente compartida que los intereses de los bonos gubernamentales a largo plazo al 2 por ciento no es sostenible en el largo plazo. El reciente incremento en los rendimientos podría experimentar alguna caída cuando los mercados digieran las protestas de los bancos centrales y reaccionen a los inevitables datos decepcionantes que se publicarán aquí y allá, pero el incremento a medio plazo en los rendimientos de los bonos está basado en expectativas sólidas.