Los datos del último informe del Banco de España sobre el mercado hipotecario confirman que sigue muy caliente. Casi cualquier indicador que se mire muestra un crecimiento fuerte: el importe medio de los préstamos, el número de hipotecas... Los bancos y las cajas siguen concediendo dinero con pocas limitaciones. Los préstamos hipotecarios se conceden por importes cada vez más altos sobre el precio de las viviendas -hasta el cien por cien- y cada vez a plazos más largos -no es infrecuente verlos a 50 años-. Una muestra de la fiebre del gasto de las familias españolas son los propios créditos al consumo, que ahora se pueden conseguir con un plazo para devolverlos de hasta 10 años. Sin embargo, las cifras de impagados de las entidades financieras siguen en mínimos históricos. Esto se explica porque los clientes renuevan una y otra vez sus préstamos, alargan los plazos de pago y consiguen reducciones en el dinero que tienen que pagar. Pero esta bola de nieve no se podrá mantener de forma indefinida: el dinero cada vez va a ser más caro y los precios de la vivienda no pueden seguir subiendo hasta el infinito. Si siguen estas dos tendencias, llegará un momento en que las familias no tendrán más remedio que reducir el consumo. Este frenazo tendría pésimas consecuencias para las economías que más viven de la construcción, como la española. Ya han advertido de ello la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y, durante meses y meses, el Banco de España. Hace falta que bancos y cajas pongan el máximo cuidado al prestar dinero y que el Gobierno controle el nivel de riesgo como hizo la semana pasada, al anunciar que fomentará las hipotecas más conservadoras.