El recién estrenado Gobierno tendrá que batallar con otro frente más. La crisis y el paro han tumbado el superávit de la Seguridad Social. Ahora las cuentas del Sistema lucen en rojo y, como en 1996, el desfase puede derivar en créditos extraordinarios con el consiguiente impacto presupuestario. Pero las consecuencias van más allá: al no contarse con un saldo positivo no habrá de dónde detraer para engrosar la hucha de las pensiones: en 2012 no podrá dotarse el Fondo de Reserva, que garantiza el pago de las pensiones futuras ante desajustes sobrevenidos. Así pues, la caída de la afiliación, ésa que clama una urgente reforma laboral, resta margen al equipo de Rajoy para enderezar las cuentas públicas y complica una consolidación fiscal en la que las alzas impositivas comienzan a cobrar protagonismo.