x Profesor de la Universidad Carlos III. L as cajas en dificultades, gobernadas por políticos, se han repartido bonus millonarios. Carece de sentido. La mala gestión no merece un premio, lo que corresponde es la exigencia de responsabilidades. Pero, como en toda quiebra, existe un periodo sospechoso. Se aplica la retroacción y la reintegración de la masa. Hay que obligarles a devolver lo que se han llevado. Su tiempo se ha acabado. Manejaron la obra social, repartiendo favores. Crearon dependencias y servidumbres. Ahora, sin beneficios, no tienen nada que repartir. Deben abandonar la escena sin hacer ruido. El Banco de España es el principal responsable de este desaguisado. La solvencia de las cajas siempre ha sido su competencia. Las remuneraciones millonarias y las operaciones vinculadas nunca debieron permitirse. Desde marzo, la ley habilita expresamente al organismo que gobierna Fernández Ordóñez para requerir el cese de remuneraciones que amenacen la estabilidad de las entidades. Tampoco ahora ha actuado. Poco queda del rigor del Banco de Bancos. En pocos meses se ha dilapidado una reputación ganada en siglo y medio. El gobernador niega la competencia. Alega que el control de las remuneraciones de las cajas corresponde a las CCAA. Es una mala disculpa. El Banco de España ha diseñado el nuevo mapa de las cajas. Ha hecho y deshecho a su antojo. Y quien puede lo más, puede lo menos. Desde luego que los políticos locales tienen también responsabilidad en lo sucedido. Pero no como autoridad bancaria, sino por culpa in eligendo, por haber designado y mantenido a los gestores de las cajas. Las ocuparon y las alejaron de sus orígenes. Pocos denunciamos la deriva. Hablar de conversión en sociedades anónimas era un atrevimiento. Desde la patronal de las cajas se defendía su buen gobierno. La academia lo aplaudía. Pero los hechos han venido a demostrar el desgobierno.