x Economista Jefe, Saxo Bank.C uál ha sido el impacto neto de la primera y la segunda ronda de relajación cuantitativa bautizados como QE1 y QE2? ¿Qué ha conseguido el presidente de la Fed, Ben Bernanke, con los 3 billones de dólares que ha inyectado en la economía? Pues nada. El desempleo sigue siendo superior al 9 por ciento y el mercado de la vivienda sigue cayendo. El único éxito obtenido por la Reserva Federal consiste en la subida en los mercados de valores desde el mínimo de marzo de 2009. Pero ahora hay rumores sobre una crisis de la financiación interbancaria. Está claro que la situación recuerda a la de 2008, ¿verdad? ¿O quizás a la de agosto de 2010? Sí, esta situación es prácticamente idéntica a la del año pasado, parece como si estuviéramos viviendo el día de la marmota de la película Atrapado en el tiempo. En esta ocasión, el impacto de otra ronda de relajación cuantitativa en los mercados de capital globales es probable que sea más limitado tras los anuncios anteriores. En el mejor de los casos, preveo de dos a ocho semanas de trading libre de riesgos, algo que será ciertamente de ayuda; pero el mercado ya no quiere permanecer ocioso mientras los políticos no hacen más que posponer las medidas. Por tanto, el tono positivo podría cambiar más pronto que tarde. Si estudiamos las cifras desde el punto de vista del potencial alcista en el mercado de renta variable, es importante indicar que el comienzo de la primera ronda de relajación cuantitativa supuso un repunte del 78 por ciento en las acciones, mientras que en la segunda ronda de relajación cuantitativa fue del 29 por ciento, con lo que el impacto de un QE respecto al anterior es claramente inferior. Por eso, de aplicarse otro, el escenario más probable en adelante consistiría en un movimiento alcista de entre el 7 y el 15 por ciento (un objetivo del 1250-1350 en el índice S&P). La tercera ronda de relajación cuantitativa o QE3 también podría representar una señal de que se ve la luz al final del túnel de la debilidad del dólar estadounidense. En mi opinión, EEUU está a dos o tres años de volver a ser completamente competitivo como centro de producción; o sea, de que compita con Asia. Con una tasa de desempleo real del 17 por ciento y el dólar en mínimos históricos, parece que en EEUU han vuelto las aguas a su cauce en lo que se refiere a costes laborales unitarios, lo que quiere decir que dentro de poco podrá competir de forma más eficiente en el mercado internacional. Creo que después de las próximas elecciones presidenciales veremos políticas laborales muy beneficiosas para la producción en EEUU. Este asunto ya lo trató Boston Consulting Group en su informe de mayo denominado Made in the USA, again. Y por esta razón, la tercera ronda de relajación cuantitativa podría presentarse como una oportunidad para incrementar las posiciones largas en el dólar. El billete verde se debilitará en un primer momento, pero después se reforzará. Esta sería de por sí una señal de que la economía global se está curando. Si nos fijamos en la forma en la que reaccionarán los metales preciosos a una nueva ronda de inyecciones monetarias o QE3, la respuesta es muy sencilla. Yo creo que vamos a ver un nivel de 3.000 dólares, cuando no de 4.000, para el oro, y otros metales deberían seguir sus pasos. Dicho lo cual, al igual que con el dólar, al repunte le seguirá la aversión al riesgo, lo que podría recortar los máximos. Siempre hay que darse cuenta de cuándo estamos cerca del final de una tendencia, y por cada 100 dólares que suba el oro, el riesgo aumenta de forma no proporcional, puesto que cada vez hay más resaca especulativa. Si va a haber estímulo monetario; la pregunta es de qué forma y de qué volumen. EEUU se está aproximando rápidamente a un marco de crecimiento cero, ya que entrar en una recesión auténtica durante más de uno o dos trimestres es estadísticamente muy difícil para EEUU, puesto que su población es relativamente joven, emprendedora y dinámica. Si al final no tenemos tercera ronda de relajación cuantitativa, afrontaremos algún tipo de Operación Twist en la que se se intentará simultáneamente subir las rentabilidades a corto plazo de los mercados de bonos y reducirlas a largo. En la práctica, la Fed compraría entonces bonos con vencimientos entre 10 y 30 años. Con esta operación lograría que la rentabilidad del bono americano a 10 años, actualmente alrededor del 2,20 por ciento, se reduzca a niveles en torno al 1,5 (Recordemos que cuando sube la demanda, entonces sube el precio del bono y por eso baja el rendimiento que ofrece). Para financiarlo, la Fed optaría por dar un giro (twist) y vendería a la vez bonos del Tesoro a corto plazo, lo que haría que el ejercicio fuera relativamente neutral en su balance. Esto aplanaría la curva de rendimientos y por tanto incentivaría la inversión a largo plazo. Pero la gran pregunta es: ¿hay algo que pueda hacer la Fed para estimular el crecimiento además de seguir manteniendo los tipos bajos? Probablemente, la respuesta es un rotundo no. El impacto de la Fed en el mercado se limita a un alivio monetario y psicológico. En la búsqueda del crecimiento, existe una antigua ley económica que afirma que cuando caemos en una trampa crediticia, sólo funcionan las políticas fiscales, lo que quiere decir que hay que incrementar el estímulo a través de los recortes fiscales, la reducción de los puestos de trabajo del sector público y medidas similares. Las medidas fiscales pre-electorales están en manos de un Congreso con una rivalidad política enorme. Pero la situación post-electoral va a ser muy diferente. Existe otra teoría política que afirma que el mejor marco para generar crecimiento es uno en el que los políticos no tienen capacidad de legislar (una situación como la actual en EEUU hasta que lleguen las elecciones). Recordemos el caso de Clinton: tenía un gran "programa" a su llegada a la presidencia, pero no logró hacer nada de aquello en sus ocho años en la Casa Blanca, lo que supuso el mayor periodo de crecimiento en la historia de EE.UU. ¿Qué significa esto? ¿Funciona esta situación de silencio porque los inversores macroeconómicos, los consumidores y las compañías ajustan su comportamiento y su consumo a la nueva realidad para empezar de nuevo a dar pasos adelante? Lo último que necesitamos es el ruido político y las promesas de tiempos mejores por llegar sin nada que lo fundamente.