x Periodista Financiero. Este artículo ha sido publicado en la web Market Watch.x Periodista Financiero. Artículo publicado en Market WatchE stados Unidos está en quiebra? Eso ya lo sabía. Italia está abocada a la suspensión de pagos... Ya, claro. ¿España se asoma al abismo? Hace tiempo que tenía una camiseta con ese emblema. Sin embargo, hay una gran potencia que se las ha apañado para navegar entre el temporal de los mercados sin que nadie cuestione seriamente el valor de su deuda: Francia. Y sin embargo, si busca la próxima rebaja de la calificación crediticia y la siguiente sorpresa en los mercados globales, mire hacia Francia. La deuda del país está a punto de estallar. Está perdiendo competitividad a un ritmo muy rápido con respecto a Alemania y aumentando sus déficits comerciales. Y, por supuesto, está a punto de recibir la extensa factura del rescate a Italia y España. La degradación de Francia supone sólo una cuestión de tiempo. Si sucede, va a representar un impacto terrible para unos mercados que ya están muy debilitados. Este país tiene la cuarta mayor cantidad de deuda del mundo y sus valores se comercializan a un gran nivel entre los inversores globales. Si se recorta el rating a París, habrá pérdidas bastante considerables. Casi al mismo tiempo que estaba degradando a Estados Unidos, Standard & Poor's aseguraba que el estatus galo era el más seguro para los acreedores. Según el diario francés Liberation, un portavoz de S&P afirmó que no iban a degradar a Francia. La solvencia de este país no se ponía en tela de juicio. ¿En serio? Párese a observarlo más de cerca y empezarán a surgir preguntas. Primero, la deuda francesa está elevándose muy rápidamente. Puede que no llegue a ser tan grande como la de otros países, pero llegará a serlo. El año pasado, registró un déficit del 7 por ciento del PIB. La deuda gala alcanzará el 90 por ciento del PIB este año y el 95 por ciento en 2012, según estima Capital Economics. Esto no supone una pérdida de control, pero se le acerca bastante. De hecho, está casi al mismo nivel de endeudamiento respecto al PIB que ha llevado a la rebaja de rating ni más ni menos que a EEUU. Además, París está acumulando nueva deuda y a mayor ritmo que países como Italia o España. Cuesta creer que se sientan cómodos con esta situación. Por otra parte, Francia está perdiendo competitividad a marchas forzadas con respecto a Alemania (lo mismo que le sucedió a países como Italia y España, pero no tan rápido). El país galo, una potencia industrial, solía cosechar superávits comerciales; pero ahora se enfrenta al déficit. El saldo comercial de los seis meses anteriores a junio mostraban un déficit de 37.500 millones de euros, en contraposición a los 27.600 millones de los últimos seis meses de 2010, según cifras publicadas la semana pasada. Su déficit con Berlín, su mayor socio comercial, asciende a los 1.000 millones al mes. En 2004, solía cosechar superávits de 1.000 millones al mes. Los países que arrastran grandes déficits (como es el caso de Estados Unidos) tienen que pedir prestado para financiarse a sí mismos. Y cuanto mayores son las deudas, más elevado es el riesgo de un recorte a la calidad crediticia. En tercer lugar, si Estados Unidos posee un sistema político disfuncional, entonces Francia no se encuentra en una mejor posición. Al igual que Washington, su sistema contempla elecciones independientes para elegir a su presidente y al poder legislativo, creando un sistema que a menudo se encuentra al borde de la parálisis. Y ningún otro país desarrollado es tan reticente a una reforma económica, puesto que cualquier modificación de las horas laborales o de los planes de pensiones conlleva huelgas, por lo que muchas veces sus reformas se abandonan rápidamente. Y al igual que EEUU, tiene un presidente que llegó al poder cabalgando una ola de optimismo y que, sin embargo, ha demostrado ser bastante ineficaz. El presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, es muy impopular. Su resultado en las encuestas se sitúa en torno al 25 por ciento, un resultado que, aunque suponga una ligera recuperación en comparación a los que obtuvo a principios de año, no se puede considerar una posición segura. El resultado de Marine Le Pen, la líder de ultraderecha del Frente Nacional, se encuentra alrededor del 20 por ciento y ella aboga por abandonar el euro y restaurar el franco. De hecho, de los principales países de la zona euro, Francia es el único país donde existe un movimiento político (si bien no puede considerarse un movimiento dominante) que defiende la idea de abandonar la moneda única. Por último, si hay que rescatar a Italia y a España, será Francia el que deberá pagar gran parte de la cuenta. Berlín se lo puede permitir, París no. Si añadimos la deuda española e italiana, el balance general de Francia tendrá muy mal aspecto. "Con la confusión en Europa hay muchos políticos que sugieren que se debe aumentar el [Fondo Europeo de Estabilidad Financiero, o FEEF]", apuntó en un análisis reciente Gary Jenkins, de Evolution Securities. "Pero cualquier insinuación de que la Unión Europea se está convirtiendo en una unión fiscal (incluso aunque lo sea por defecto) podría tener un impacto en las calificaciones financieras individuales, así como en la estructura del FEEF". Y de hecho, así es. Cada vez que hay que ayudar a un país de la zona euro, se ejerce más presión en la situación económica de los pocos países que son completamente solventes. Además de todo, y si Washington ha resultado degradada en la última valoración, no hay ninguna razón para que las agencias de calificación no deprecien también a París. Esto es muy importante para el sistema financiero. Mientras que hay países como Grecia o Portugal que son irrelevantes para el sistema global, Francia no lo es. El Gobierno francés posee una deuda que asciende a 1,7 billones de dólares, convirtiéndole en el cuarto mayor deudor del mundo después de Washington, Tokio y Roma. Y hay una gran diferencia según los cálculos realizados por la empresa TheCityUK, la deuda soberana gala alcanza el 38 por ciento, un dato bastante mayor que el de Italia (24 por ciento), EEUU (21 por ciento) o Japón (2 por ciento). Los precios de los CDS de Francia (seguros contra el riesgo de impago, por sus siglas en inglés) empiezan a dispararse. Los mercados empiezan a darse cuenta de que el país se encuentra en una situación límite. Las agencias de rating no tardarán en sumarse. Si realmente bajan la nota a Francia, esto va a suponer un gran impacto para los mercados. Casi todas las carteras de bonos se van a ver afectadas. E stados Unidos está en quiebra? Ya lo sabía. Italia está en suspensión de pagos... Ya, claro. ¿España se asoma al abismo? Ya tenía una camiseta con ese emblema. Sin embargo, hay una gran potencia que se las ha apañado para navegar entre el temporal de los mercados sin que nadie cuestione seriamente el valor de su deuda: Francia. Y aun así, si busca la próxima degradación y la siguiente sorpresa en los mercados globales, mire hacia Francia. La deuda del país está estallando. Está perdiendo competitividad a un buen ritmo con respecto a Alemania y aumentando sus déficits comerciales. Y, por supuesto, está a punto de recibir la extensa factura del rescate a Italia y España. La degradación de Francia es sólo una cuestión de tiempo. Si sucede, va a ser un impacto terrible para unos mercados que ya están muy debilitados. Este país tiene la cuarta mayor deuda del mundo y sus valores se comercializan a un gran nivel entre los inversores globales. Si se degrada a París, habrá pérdidas considerables. Casi al mismo tiempo que estaba degradando a EEUU, Standard & Poor's aseguraba que el estatus galo era el más seguro para los acreedores. Según el diario francés Liberation, un portavoz de S&P afirmó que no iban a degradar a Francia. La solvencia de este país no se ponía en tela de juicio. ¿En serio? Párese a observarlo más de cerca y empezarán a surgir preguntas. Primero, la deuda francesa está aumentando rápidamente. Puede que no llegue a ser tan grande como la de otros países, pero llegará a serlo. El año pasado, obtuvo un déficit del 7 por ciento del PIB. La deuda gala alcanzará el 90 por ciento del PIB este año y el 95 por ciento en 2012, según estima Capital Economics. Esto no supone una pérdida de control, pero se acerca bastante. De hecho, está casi al nivel de deuda en contraposición al PIB que ha llevado a la rebaja de EEUU. Además, París está acumulando nueva deuda y a mayor ritmo que países como Italia o España. Cuesta creer que se sientan cómodos con esta situación. Por otra parte, Francia está perdiendo competitividad a buen ritmo respecto a Alemania (lo mismo que le sucedió a países como Italia y España, pero no tan rápido). El país galo, una potencia industrial, solía cosechar superávits comerciales; ahora se enfrenta al déficit. Las cuentas del comercio de los seis meses anteriores a junio mostraban un déficit de 37.500 millones de euros, en contraposición a los 27.600 millones de los últimos seis meses de 2010, según cifras publicadas la semana pasada. Su déficit con Berlín, su mayor socio comercial, asciende a los 1.000 millones al mes. En 2004, solía cosechar superávits de 1.000 millones al mes. Los países que arrastran grandes déficits (como es el caso de EEUU) tienen que pedir prestado para financiarse a sí mismos. Cuando mayores son las deudas, más elevado es el riesgo de una degradación. John Bussay, director adjunto editorial del WSJ, explica el impacto global que tendrá la compra de la deuda italiana y española a gran escala por parte del Banco Central Europeo. En tercer lugar, si EEUU posee un sistema político disfuncional, entonces Francia no se encuentra en una mejor posición. Al igual que Washington, posee elecciones independientes para elegir a su presidente y al poder ejecutivo, creando un sistema que a menudo se encuentra al borde de la parálisis. Y ningún otro país del mundo desarrollado es tan reticente a una reforma económica puesto que cualquier modificación de las horas laborales o de los planes de pensiones conlleva huelgas, por lo que a menudo son reformas que se abandonan rápidamente. Y al igual que EEUU, tiene un presidente que llegó al poder en una ola de optimismo y que ha demostrado ser bastante ineficaz. El presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, es muy impopular. Su resultado en las encuestas se sitúa en torno al 25 por ciento, un resultado que, aunque suponga una ligera recuperación en comparación a los que obtuvo a principios de año, no se puede considerar una posición segura. El resultado de Marine Le Pen, la líder de ultraderecha del Frente Nacional, se encuentra alrededor del 20 por ciento y ella aboga por abandonar el euro y restaurar el franco. De hecho, de los principales países de la zona euro, Francia es el único país donde existe un movimiento político (si bien no puede considerarse un movimiento dominante) que defiende la idea de abandonar la moneda única. Por último, si hay que rescatar a Italia y a España, será Francia el que deberá pagar gran parte de la cuenta. Berlín se lo puede permitir, París no. Si añadimos la deuda española e italiana, el balance general de Francia tendrá muy mal aspecto. "Con la confusión en Europa hay muchos políticos que sugieren que se debe aumentar el [Fondo Europeo de Estabilidad Financiero, o FEEF]", apuntó en un análisis reciente Gary Jenkins, de Evolution Securities. "Pero cualquier insinuación de que la Unión Europea se está convirtiendo en una unión fiscal (incluso aunque lo sea por defecto) podría tener un impacto en las calificaciones financieras individuales, así como en la estructura del FEEF". Y de hecho, así es. Cada vez que hay que ayudar a un país de la zona euro, se ejerce más presión en la situación económica de los pocos países que son completamente solventes. Además de todo, y si Washington ha resultado degradada en la última valoración, no hay ninguna razón para que las agencias de calificación no deprecien también a París. Esto es muy importante para el sistema financiero. Mientras que hay países, como Grecia o Portugal, que son irrelevantes para el sistema global, Francia no lo es. El Gobierno francés posee una deuda que asciende a 1,7 trillones de dólares, convirtiéndole en el cuarto mayor deudor del mundo después de Washington, Tokio y Roma. Y hay una gran diferencia; según los cálculos realizados por la empresa TheCityUK, la deuda soberana gala alcanza el 38 por ciento, un dato bastante mayor que el de Italia (24 por ciento), EEUU (21 por ciento) o Japón (2 por ciento). Los precios de los CDS de Francia (seguros contra el riesgo de impago, por sus siglas en inglés) empiezan a dispararse. Los mercados empiezan a darse cuenta de que el país se encuentra en una situación límite. Las agencias de rating no tardarán en sumarse. Si realmente bajan la nota a Francia, esto va a suponer un gran impacto para los mercados. Casi todas las carteras de bonos se van a ver afectadas.