En el tour que se corre para salvar al euro, ayer España volvió a dar signos muy claros de debilidad sobre la bicicleta: tan sólo crecía un 0,8 por ciento interanual. A su vez, Alemania machacaba todos los registros con una tasa del 5,2. La economía germana fue una de las que más sufrió la caída de Lehman. Pero una década de reformas ha flexibilizado su mercado laboral y su industria aprovecha bien el repunte de la demanda emergente. Ahora incluso la construcción y el consumo tiran. Semejante pedaleo presta argumentos al BCE para que siga con sus alzas de tipos y regule al gigante. Sin embargo, debe tener cuidado. Por un lado, la combinación de un euro fuerte, materias primas caras y más ajustes fiscales pesará sobre la velocidad de la eurozona. En Francia, el consumo muestra síntomas de agotamiento. Por otro, ayer quedó claro que hay un pelotón de rezagados que no podrá encarar las etapas de montaña. Y España es el que puede hundir el euro. De ahí que ayer Trichet, la Comisión y el Banco de España pidieran a Zapatero reformas. Por ahora, el Gobierno se contenta con acelerar su plan de privatizaciones y no le importa vender las joyas de la corona con tal de evitar mayores ajustes fiscales antes de las elecciones generales. Pero mucho nos tememos que no será suficiente. No valdrá con el dopaje de un día. Un déficit por cuenta corriente aún alto, una inflación disparada y un proceso de desendeudamiento que desactiva el consumo nos hacen poco competitivos. Hay que exportar cuando nuestros productos son sensibles a la competencia asiática. Debemos reformar para devaluarnos. No superaremos la montaña sin dolor.En el tour que se corre para salvar al euro, ayer España volvió a dar signos muy claros de debilidad sobre la bicicleta: tan sólo crecía un 0,8 por ciento interanual. A su vez, Alemania machacaba todos los registros con una tasa del 5,2. La economía germana fue una de las que más sufrió la caída de Lehman. Pero una década de reformas ha flexibilizado su mercado laboral y su industria aprovecha bien el repunte de la demanda emergente. Ahora incluso la construcción y el consumo tiran. Semejante pedaleo presta argumentos al BCE para que siga con sus alzas de tipos y regule al gigante. Sin embargo, debe tener cuidado. Por un lado, la combinación de un euro fuerte, materias primas caras y más ajustes fiscales pesará sobre la velocidad de la eurozona. En Francia, el consumo muestra síntomas de agotamiento. Por otro, ayer quedó claro que hay un pelotón de rezagados que no podrá encarar las etapas de montaña. Y España es el que puede hundir el euro. De ahí que ayer Trichet, la Comisión y el Banco de España pidieran a Zapatero reformas. Por ahora, el Gobierno se contenta con acelerar su plan de privatizaciones y no le importa vender las joyas de la corona con tal de evitar mayores ajustes fiscales antes de las elecciones generales. Pero mucho nos tememos que no será suficiente. No valdrá con el dopaje de un día. Un déficit por cuenta corriente aún alto, una inflación disparada y un proceso de desendeudamiento que desactiva el consumo nos hacen poco competitivos. Hay que exportar cuando nuestros productos son sensibles a la competencia asiática. Debemos reformar para devaluarnos. No superaremos la montaña sin dolor.En el tour que se corre para salvar al euro, ayer España volvió a dar signos muy claros de debilidad sobre la bicicleta: tan sólo crecía un 0,8 por ciento interanual. A su vez, Alemania machacaba todos los registros con una tasa del 5,2. La economía germana fue una de las que más sufrió la caída de Lehman. Pero una década de reformas ha flexibilizado su mercado laboral y su industria aprovecha bien el repunte de la demanda emergente. Ahora incluso la construcción y el consumo tiran. Semejante pedaleo presta argumentos al BCE para que siga con sus alzas de tipos y regule al gigante. Sin embargo, debe tener cuidado. Por un lado, la combinación de un euro fuerte, materias primas caras y más ajustes fiscales pesará sobre la velocidad de la eurozona. En Francia, el consumo muestra síntomas de agotamiento. Por otro, ayer quedó claro que hay un pelotón de rezagados que no podrá encarar las etapas de montaña. Y España es el que puede hundir el euro. De ahí que ayer Trichet, la Comisión y el Banco de España pidieran a Zapatero reformas. Por ahora, el Gobierno se contenta con acelerar su plan de privatizaciones y no le importa vender las joyas de la corona con tal de a evitar mayores ajustes fiscales antes de las elecciones generales. Pero mucho nos tememos que no será suficiente. No valdrá con el dopaje de un día. Un déficit por cuenta corriente aún alto, una inflación disparada y un proceso de desendeudamiento que desactiva el consumo nos hacen poco competitivos. Hay que exportar cuando nuestros productos son sensibles a la competencia asiática. Debemos reformar para devaluarnos. No superaremos la montaña sin dolor.