Una vez más, una empresa española se ha visto cercada por el llamado "socialismo del siglo XXI". El presidente ecuatoriano, Rafael Correa, ha seguido los pasos de Hugo Chávez y ha decidido incrementar sus ingresos petroleros a costa de las ganancias de las empresas del sector. Así, bajo el argumento de que los recursos naturales son propiedad del país, recaudará el 99 por ciento de las ganancias extra del petróleo. "Estamos poniendo punto final a las pérdidas extraordinarias", argumento Correa. Petrobras, Repsol-YPF, Perenco, Andes Petroleum y City Oriente son las petroleras que tendrán que adecuarse a esta nueva política. Se constata, con esta decisión, el firme deseo expresado por Correa de "democratizar los medios de producción", alineándose con las tesis de Chávez o de Evo Morales. Una decisión que aleja a este país de la senda de la inversión extranjera y del mercado, de la apertura económica y de la empresa privada, y le sume en las incertidumbres derivadas de gobiernos salpicados por la corrupción, el amiguismo, la demagogia y el autoritarismo. El quebranto de las garantías jurídicas acabará por alejar a la iniciativa privada de Ecuador. Precisamente la nacionalización llevada a cabo por Morales ha sumido a Bolivia en una profunda crisis energética originada por la escasez de inversiones que la estatalización ha provocado en aquel país, y que ya ha empezado a derivar en racionamientos en el suministro de gas para la industria. Durante meses, Correa ha insistido en que sería insostenible pensar en la eliminación de la propiedad privada. No obstante, con esta decisión, hay motivos suficientes para que muy pocos confíen en sus palabras. Malo para Ecuador.